Capítulo 6

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— ¿Qué demonios?

Mateo se dio cuenta entonces, cuando escuchó la voz desconocida, de que ese coche no era el de Ollie. Se giró y allí estaba su coche, justo detrás del vehículo donde se había montado.

— Dios, Dios, Dos, lo siento. Lo siento. Ahora mismo me bajo —. Se giró a ver el rostro de aquella desconocida, que debía ser de otro instituto, ya que nunca la había visto.

Cuando esta se dio cuenta de que el estaba más asustado que ella, relajó la expresión, y pisando el acelerador, gritó:

— ¡Secuestro!

Ella estaba sonriendo, sin embargo, Mateo no entendía que le hacía tanta gracia, y empezaba a enfadarse.

— Para el coche, esto no tiene gracia.

— Te he visto en la fiesta, has tenido un ataque de ansiedad, tranquilo — pero Mateo no estaba tranquilo, y fuera quien fuese esa chica, debió darse cuenta —. Mira, yo también tengo ansiedad social — le echó una mirada rápida —, ¿es eso lo que tienes, no? — no se detuvo a esperar una respuesta — y no conozco a nadie más que la padezca, necesito hablar con alguien que me entienda.

Todo eso era una locura, Mateo lo sabía, sabía que no se podía fiar de aquella persona, y, sin embargo, esas palabras fueron como un bálsamo, Mateo se irguió en el asiento, sin escuchar apenas el resto de la explicación de la desconocida, pues estaba demasiado ocupado pensando en todo lo que le iba a preguntar, en todo lo que necesitaba explicarle.

— Chiquillo, ¿me estás escuchando?

— Lo siento.

— No pasa nada, nos acabamos de conocer, no tienes que pedirme perdón, pero a lo que iba, ¿cómo te llamas?

— Mateo — después de unos segundos, al ver que no respondía, añadió: Hummel. Mateo Hummel.

— Encantada, Mateo Hummel, soy Catrina Bries.

Siguieron hablando durante un rato, hasta que llegaron a lo que Mat supuso que era la casa de Catrina.

Era una casa amplia, pasaron un momento al comedor, donde estaban los padres de Catrina, que sonrieron al verle.

— Hola cielo — dijo el padre —. ¿Nos presentas a tu amiguito?

— Cariño, no la agobies — replicó la madre.

— Tranquila, mamá. Este es Mateo, y no se quedará mucho tiempo, su amigo le pasará a recoger enseguida.

Mat comprendió que ellos lo entenderían, ya que su hija también estaba pasando por lo mismo, así que arguyó:

— He sufrido un ataque de ansiedad, y no podía quedarme más tiempo —, no se sentía cómodo con lo que estaba explicando, y el padre de Catrina pareció darse cuenta, por lo que le interrumpió:

— Lo siento, chico, subid arriba, os avisaremos cuando llegue tu amigo.

Los padres de Catrina parecían más comprensivos que los suyos.

La habitación de Catrina era posiblemente la más bonita que había visto nunca, era color naranja pastel, y del techo colgaban mariposas del mismo color, Mat se giró hacia la chica y vio que aquellos colores contrastaban con su pelo.

— Vaya — empezó Mateo, sintiéndose tonto al hacer ese comentario —, te encantan las mariposas.

—Las admiro. Suelen vivir una semana, o como mucho un mes, y sin embargo tienen fuerzas para volar —. Se detuvo un instante, y susurrando, más para si misma que para Mateo, repitió: — volar.

La Desconocida De Los Calcetines De Colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora