✨┊❪ 𝐖𝐞𝐥𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐭𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐧𝐨𝐫 ❫

𝐉𝐚𝐜𝐤 𝐱 𝐍𝐚𝐢𝐛

"Pretty Lies"

Soledad

Era una perfecta palabra para describir el sentimiento que llenaba el corazón del mercenario en ese sitio, aún teniendo amistades. La inestabilidad del lugar lo hacía sentirse de esa forma, estando al límite cada día y exponiéndose a la posibilidad de acabar muriendo en aquel macabro juego armado por algún desquiciado de por ahí. Estaba hecho un completo desastre. Su vida en la guerra ya lo había dejado algo mal, el exponerse de nuevo a la idea de ser asesinado lo iba a acabar sumiendo en la locura. Eso mismo le hacía no poder confiar en nadie realmente, tenía un pequeño grupo con el que solía charlar pero nunca llegaba a hablar de lo que sentía realmente manteniendo una fachada sería y tranquila, no debía distraer al resto de lo que más importaba en ese momento, su supervivencia.

Aún así, la otra cara de la moneda no sufrían el mismo problema, los cazadores. Cada uno con sus traumas y razones al igual que todos los supervivientes teniendo que convivir con sus posibles asesinos en esa mansión esperando lentamente por la hora de morir entre sus garras. Durante la convivencia diaria tenían prohibido hacer un ataque mortal contra alguna de sus indefensas víctimas, le sorprendía que aunque era realmente fácil romper esa prohibición nadie lo hubiese hecho hasta ese momento. "Jack, el Destripador" o simplemente Jack en la cabeza del castaño, uno de los cazadores más temidos en aquel juego por sus habilidades y sobretodo su pasado, había parecido interesarse especialmente en Naib.

Por muy frío que se mostrará aquel seguía insistiendo, desde postres hasta palabras educadas y de cierta forma dulces con tal de hacerlo bajar la guardia dando como resultado al mercenario comenzando a desahogarse con el asesino sin darse cuenta. Una vez quiso callar ya había abierto demasiado la boca, sin embargo su acompañante seguía curioso y sin molestia alguna por escuchar los problemas mentales que cualquiera padecería en aquella situación e incluso fuera de ella.

Al final se volvió costumbre para los dos, Naib contaba sus problemas excistenciales al cazador y este respondía con consejos de dudosa calidad debido a su estado mental. Siendo consciente de esto, aún así lograban relajar un poco a aquel pobre chico, era buena forma de mantenerse a flote sin llegar a molestar o distraer a sus compañeros, eso pensaba. Los meses pasaron con esa dinámica mientras su corazón comenzaba a latir con más fuerza en cada encuentro, según dijo Jack, a él también le sucedía lo mismo.

Desde un principio otros de sus compañeros le advirtieron que era una completa estupidez involucrarse de manera romántica con un cazador, más aún con un asesino en serie. Era experto en mentir y endulzar para conseguir lo que deseaba, no querían que su compañero acabase aún peor de cómo había iniciado por culpa de Jack, sin embargo el terco mercenario hizo caso nulo a estas advertencias. Todo parecía ir bien, la dinámica se mantenía ahora con pequeños abrazos y caricias de por medio, la soledad ya no existía en su pecho.

— Entonces.. ¿Con el fotógrafo de nuevo? — Preguntó Naib, molesto.

La burbuja color de rosa no había tardado en romperse en pedazos, lo mejor, era su compañero sentimental quien se había encargado de rasgarla lentamente frente a los ojos del muchacho. No era la primera ni sería la última que lo veía hacer ese tipo de cosas frente a sus ojos, en un primer momento no parecía nada grave pero repetirlo una y otra vez dejaba de ser gracioso.

— Naib, no quiero volver a discutir de esto de nuevo... — Respondió intentando hacer que el chico dejara de darle la espalda.

— ¿Te da pereza volver a repetir tu excusa barata acaso? No me creo nada de que solo lo estés molestando ¡El tipo incluso lo disfruta! — Dijo buscando apartarse, dando por resultado que el hombre le tomara por la muñeca con fuerza — Oye.. basta, me haces daño — Intentó soltarse sin éxito, mientras el otro solo ignoraba eso.

— Vamos dulzura, Desaulniers es alguien calmado, que no lo veas molesto como tú ahora no significa que lo esté disfrutando — Intentaba no salirse de sus casillas mientras el mercenario solo le miraba en silencio

— Tu y yo sabemos que estás mintiendo Ja- — Fue interrumpido, sintiendo como la otra mano del mayor lo empujaba hacia la pared para posteriormente tomarlo con fuerza del cuello.

— ¿Y que harás entonces? ¿Dejarme? De no ser porque me tomé el tiempo de escuchar tus idioteces tal vez ya te hubieses suicidado ¿No lo crees? Me necesitas Naib, sabes que es así — Susurró en su oído notándose ya molesto, mientras seguía apretando con fuerza su garganta.

Estaba a poco de acabar matando al pobre chico ahí mismo, aumentando su ira en cada segundo que no conseguía una respuesta del mismo. La salvación llegó con el anuncio de una nueva partida, solicitando a Jack para poder iniciar. Este como si nada hubiese pasado soltó el cuello del mercenario, poniendo esta vez la mano en su mejilla de una manera mucho más relajada para acabar besándolo en los labios con dulzura, siendo que el chico le siguió el beso sin demasiadas fuerzas para negarse.

— Te quiero, Naib — Logró acelerar el corazón del menor con aquellas palabras, seguía creyendo sus mentiras, seguía siendo un completo idiota

— Yo a ti, Jack.. — Acabó por responder — Buena suerte — Dijo cabizbajo una vez el cazador se había apartado para abandonar la habitación

— No la necesito cariño — Escuchó junto con el sonido de la puerta cerrandose. Se había marchado, de nuevo.

Las lágrimas salieron de sus ojos casi sin darse cuenta, se dejó caer en el suelo apoyando la cabeza en sus rodillas. Tal vez algunos estarían así por el dolor que le causó aquel agarre por parte del asesino, pero era un mercenario, estaba acostumbrado a sufrir cosas peores a diario. Lo único que le dolía era que Jack no mentía en sus palabras, de verdad lo necesitaba para saciar esa soledad que lo molestaba cada vez que se iba, para sentirse querido sin importarle si mentía. Hubiese deseado seguir viviendo en esa burbuja y nunca haber visto la verdad de la persona que amaba para no ser consciente de que seguía ahí por pura dependencia.

Cada muestra de afecto, cada caricia, cada linda y pequeña mentira hacia feliz al mercenario.