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Amber se bajó del coche y se apresuró a llegar a la entrada del edificio

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Amber se bajó del coche y se apresuró a llegar a la entrada del edificio.

No lo vio hasta que prácticamente chocó contra él, pero su hermano la estaba esperando en la puerta con los brazos cruzados y un hombro apoyado en el umbral.

—Ese no era el doctor apestoso —comentó entrecerrando los ojos.

La rubia le dedicó una mirada de advertencia y pasó junto a él para seguir su camino hacia el ascensor. 

—No, no lo era. ¿Has encontrado a Eva?

—Eva está siendo una niña obediente y te espera en su departamento.

—No te refieras a ella de esa forma. Eva no es ninguna niña, tiene mi edad. No me extraña que no te soporte si la tratas de esa forma —replicó deteniendo en ascensor con el brazo antes de que se cerrara. Estaba vacío pero alguien más tendría que haberlo llamado desde arriba.

—Eva es una bruja mandona y prepotente. ¿Quién era ese tipo que te besó, Amb? ¿Pasaste la noche con él?

—Sí —respondió de manera escueta mirando la pantalla ansiosa por llegar al piso que había marcado.

—¿Y qué pasó con eso de serle fiel al idiota? —insistió Brad cada vez más cerca de ella. Tenía los brazos en jarra y la estaba contemplando con extrañeza aunque claramente divertido.

—El idiota y yo terminamos —murmuró desviando la vista. No quería entrar en detalles, pero mucho se temía que Brad no dejaría de incordiarla hasta sacarle toda la verdad. Su tenacidad era una de las pocas cosas que tenían en común.

—¿De verdad? ¡Wow! Felicitaciones, Amb —festejó con una enorme sonrisa pero enseguida volvió a arrugar la frente—. ¿Por qué? ¿Qué te hizo?

La rubia se giró hacia él. 

—No me lastimó si es lo que te preocupa. Pero dado que no me dejarás en paz hasta saberlo, te lo diré de todas formas.

—Sí, por favor. Dime lo que ha hecho para que pueda retorcerle el cuello —espetó.

—Acabo de decir que no me hizo daño —repitió ella con un suspiro—. No es necesario que te pongas violento. Anoche lo encontré en su despacho con el pene dentro de la odiosa de Sasha. Sabes quién es ella, ¿verdad? ¿La residente de tercer año que no soporto porque le encanta sentirse superior?

Los ojos azules de Brad parecieron tornarse rojos. 

—¿Te engañó con tu compañera? ¿En el hospital, bajo tus narices?

Amber se encogió de hombros. 

—Tan simple como eso. Pero ya pasó, no voy a volver con él ni perdonarlo, Brad. Se acabó. Relájate. Tenías razón, está podrido, resultó ser una gran decepción.

El ascensor por fin abrió sus puertas y la joven salió disparada hacia el apartamento de Eva quien ya la esperaba con la puerta abierta. Entró, y su hermano hizo lo mismo pisándole los talones.

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