El dolor de cabeza era tremendo, la fiebre no bajaba y la toz seca ya comenzaba a molestar en su garganta. Se rascaba con fuerza pero sólo lograba hacerse daño. ¿Cómo pudo ser tan idiota para no tomar la medidas necesarias contra la lluvia? Ciertamente se veía patética, si su maestra la viera en estos momentos de seguro el sermon hubiera sido grande después de una paliza.
Aunque hay algo bueno, Orochimaru se ha quedado con ella toda la semana. Si no fuera por él hubiera estado peor, lástima que no pudo asistir a las nacionales de artes marciales este año con esta tonta fiebre .
—Con esto te sentirás mejor —dijo él.
—Mo~ no quiero más medicina —reprochó, cuando esta enferma es una versión más tierna y cariñosa de si misma. También es menos pervertida.
El pelinegro la miró con una cara de ternura ante sus cachetes inflados haciendo un puchero, suspiro enternecido dejando el frasco y la cucharilla a un lado quedando a escasos centímetros de su rostro.
—Si no te tomas la medicina no habrá premio para Haruka-chan —susurro viendo sus ojos algo depredador. Le encantaba cuando estaba tan dócil, es como una presa pequeña, dulce y apetecible.
La rubia trago duro ante ese comentario, tal vez no esté en todos sus sentidos pero conocía bastante bien a su pareja como saber que está pensando en este momento.
—Está bien... —Reprochó—, ¡solo espero que esa cosa no sepa feo como el anterior bakayaro! —Demando la rubia asesinaándolo con la mirada.
—Este es más delicioso. —Se defendió mientras vertida el líquido rojo en la cucharilla—; ahora habré la boca y di ¡¡Aa!!
La fémina acato sus órdenes con algo de pena, se puso de rodillas sobre la cama con la camisa del pelo negro pegada a su buen cuerpo, el cabello revuelto y sus mejillas fuertemente sonrojadas. Orochimaru trago duro sin descifrar si era por la fiebre o por la pena que tenía el que su pareja le diera la medicina de esta forma.
Haryka estaba peor, podía sentir el calor del cuerpo contrario aún sin tenerlo muy cerca causando una muy buena reacción a su cuerpo. Después de unos segundos interminables terminó por tomarse el remedio que se supone, debe curarla.
Una vez terminado el procedimiento ningún dijo nada, el mayor estaba controlando se para no lastimar el cuerpo de la mujer que ama en un estado tan débil. Es masoquista a la hora del sexo, si, pero tampoco quiere exceder el mal estado de su cuerpo.
Suspiro pesado decidido a levantarse de la cama sino fuera porque su novia lo agarró de una manga del suéter. Desvío la mirada para que no notara el sonrojo, fue demasiado tarde puesto que ella ya lo había notado.
Haru comenzó acercase cada vez más hasta estar sentada sobre su regazo con la cara escondida en su pecho. Con su mano derecha jugaba en el pecho de Orochimaru alterando sus sentidos.
—Nee~ nee~ Orochimaru... ¿Cuál es ese premio que me ibas a dar? —Pregunto.
— ¿En serio quieres saber? —Inquirió con ese tono de voz más grave de lo usual mientras que la miraba con fervor.
— ¡Si, si quiero! —Exclamó con a legria cual niña.
Joder, deberían de pegarle un tiro a la cabeza por pensar cosas tan incandecentes con esa mujer que lo vuelve loco. Agarró las hebras rubias en un puño uniendo sus bocas de forma depredadora.
Se monta encima de su novia dejándola completamente a su merced, fue buena idea dejarla con el suéter negro que concidera de la suerte a la hora de trabajar. Le queda tan malditamente bien que quiere arrancarlo con sus dintes hilo por hilo sacando deliciosos geminis de la chica.
Haruka se retuerce ante el espasmo que siente su cuerpo, al tener dos dedos adentro de su vagina la temperatura sube.
Orochimaru no vacila ningún momento en hacerla suya, tener a una muchacha tan candente, expectacular, ruda y sumamente erotica lo enloquece.
Lame la punta por encima del suéter, llega más a fondo integrando un tercer dedo, muerde su labio inferior tan fuerte hasta el punto que sangre un poco haciendo que Haruka llegue al orgasmo. La rubia no paraba de respirar profundamente ante tanta atención recibida.
Justo cuando pensó que era todo el oelinegri insarta su dura erección sacándole un gemido de dolor y placer al mismo tiempo.
—Joder~ pero que delicia —gruñe observando su bello rostro sonrojado comenzando a mover sus caderas de manera frenética.
Amaba cada parte de ella, no solamente por su cuerpo, no, hasta la personalidad loca y desquiciada que tiene lo atrapó desde el primer instante en que la vio.
Cambió la posición dejando que su gordo y redondo trasero pegara de sus caderas. Apretaba con fuerza y egoísmo su cintura dejando las marcas de las manos en ella. El interior de Haru se contraia, salían gemido de su boca, gritaba el nombre del oelinegro con fuerza o India la cara contra la almohada.
¿Por qué estando enferma se siente mejor el sexo? ¿Será porque su cuerpo queda mejor a la merced de Orochimaru? ¿Puede que la estupidez con que la deja después de eso es mejor? ¿La intensidad es mas palapble? Ciertamente es desconcertante que algo así pase cuando sus sentidos son una mierda, una mierda demasiado deliciosa.
El pelinegro acabo, con otras tres días y certeras estocadas termino derramando todo su semen en el interior de Haruka dejándola exhausta, sudorosa, pegajosa y feliz.
—Espero que tu regalo de Navidad te haya gustado —sonrió con malicia—, mañana te daré el otro.
—Eres un tonto —se quejo golpeándolo con la almohada.
Al principio estaba enojada porque no pudo ir a las nacionales de invierno de las artes marciales, pero ahora no se quejaba con tal de pasar una Navidad algo movida con su novio en casa.
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