No entendía por qué había huido de su pasado, si su presente se había vuelto peor. No entendía el porqué de sus decisiones. No entendía el propósito de seguir viviendo su vida, esa maldita vida que lo había llevado al vacío. Y es ahora cuando se planteaba todos los miedos de su madre, de sus constantes reparaciones a lo que me enseñó esa figura paterna que no resultó más que un cobarde. Zayn Malik había intentado huir de sus acciones controladas por la rabia, pero el destino o más bien, sus malas decisiones lo llevaron a convertirse en un ser inestable y cegado por la rabia. Un tipo que no sentía orgulloso de sí, pero el estilo de vida que había adquirido era imposible abandonarlo, especialmente por haberse relacionado con personas poderosas en su círculo, y por más que le fastidiara, debía seguir las órdenes al pie de la letra o no viviría para contarlo. Su vida era una monotonía, despertar, seguir con las órdenes, regresar a tiempo, intentar no ser descubierto, escapar con cautela si era necesario y volver al punto de partida, donde debía estar atento si se presentaba cualquier orden que no estuviera fijada. Sin embargo, era la mano derecha de William Rinaldi, el actual jefe que tendría hasta los últimos días de su vida.