Tu rutina había sido la misma desde que entraste a la escuela, despertar, ir a clase, llegar tarde, estudiar, sacar calificaciones perfectas, y pasar el día con tus dos mejores amigos, Gojo y Geto. Todo tu esfuerzo con el único fin de convencer a Yaga-sensei de que estás lista para comenzar a ir a misiones, ser como tus senpais. Para tu mala (o buena) suerte, no eras la única rogando.