Con su estatura y complexión ancha, Drex se cernía sobre ella como un monstruo salido de sus peores pesadillas. Ella sintió que se encogía en su presencia. -¡Drex, déjala ir! -rugió Ray, ahora completamente furioso-. ¡Te juro que si tocas un cabello de su cabeza, haré que te arrepientas por el resto de tu vida! Pero Drex no lo escuchó, se centró únicamente en la chica aterrorizada. Se sintió estimulante para él tener este tipo de poder sobre alguien, de ser capaz de instigar tal temor con su sola presencia. Y los gritos de angustia de Ray y su preocupación por su bienestar eran como música para sus oídos, saber que estaba ejecutando su venganza haciendo daño a sus amigos mientras Ray miraba, impotente y desconsolado, no tenía precio para él. Hora de Poder toma un rumbo diferente que afecta a Charlotte como nunca se lo habría imaginado.