-Estamos justamente en la calle que necesita arreglo, linda.-arreglo mi casco y doblo las mangas de mi camisa. Da un paso al frente decidida a mandarme al carajo. -Por favor, muévase a otro lado.-sus llamativos ojos marrones se clavan en mi mirada. Imito su acción y doy un paso al frente. Quedo a menos de un centímetro cerca. -¿Vas a decirme "por favorcito"?.-arqueo una ceja bastante divertido. -¿Perdón?.-su pecho sube y baja un poco más rápido. Bajo la voz para que nadie de las personas que se encontraban alrededor escucharán, y le digo frente a frente las siguientes palabras. -¿No te acuerdas que fue justamente lo que pedías hace unas horas?.-veo sus labios provocativamente. -No-no sé de qué me-me hablas.-por supuesto que lo sabe, pero la he puesto jodidamente nerviosa que se rehúsa a reconocerme. -Claro que lo sabes, bombón. Estás fingiendo porque he logrado intimidarte. Sigo teniendo ese efecto en ti por lo que veo, bonita. -Eres un insolente.-choca su dedo en mi pecho como forma de quejarse de mi actitud. -¿Acabas de golpearme?.-mantengo la misma sonrisa burlona desde que inició nuestra particular charla.-Ese no es el comportamiento adecuado de una maestra de kínder. -No te burles de mí, Max. -¿Max? Mi nombre es Henry, cielo. -Pero tú...-frunce el ceño. -¿Entonces sí te acuerdas de mí, bombón?.-sonrío orgulloso.-Golpeadora, mentirosa y con un genio de los mil demonios.-hago conteo en mis dedos.-¡Vaya! ¿Qué pensarían los directivos del colegio? -¡Iveth!.-ambos volteamos al llamado de la señorita que se encuentra en la entrada del lugar.-Deja el cuento y ven ayúdame tía.-una fila de niños están detrás de ella. -Espero jamás volverte a ver.-da media vuelta pero rápidamente tomo su brazo. -Yo espero con gran fervor verte de nuevo, bombón.-le guiño el ojo y subo a mi camioneta.