Hiruzen no tuvo más opción de recurrir a una persona que no debería ser tocada, mucho menos, ser molestada. Le tocaba. El chico debería de hacer algo en su vida, no quedarse viendo revistas, leyendo, o quedándose bebiendo alcohol. Por eso, intentó en reclutarlo, intentar ver que tan poderoso era este chico que lo hacía sudar con solo verlo a los ojos de más de veinte segundos.