Aprendí a leer y mi soledad encontró compañía, el silencio se pobló de voces, el vació se lleno de fantasías. En los libros encontré lo que necesitaba, ahora el mundo es mió, y hasta una porción de la eternidad.

No siempre soy tan transparente como un cristal, muchas veces solo soy el cristal que se rompe y que nadie quiere volver a unir en pedazos. 
Quizá, solo necesito un abrazo y que alguien diga que soy especial.
Siento no poder ser perfecta y ser demasiado complicada para regalar una sonrisa cuándo todos los demás ríen.

Cuando dices que tu historia es larga para contarla, es porque aún te duele; algún día tendré tiempo de escribirla entera.