Ayer debió quedarme una huella, tal vez no fue así. No lo sentí, quise, pero no lo fue.
Aún con todo este vacío que me invade completamente, en cuerpo y mente, no puedo evitar necesitar aquel calor maternal. Quiero un refugio, quiero calma, quiero paz, quiero equilibrio ante mi propia devastación.
Ayer debí dejar una huella, y no una marca en mi cabeza, en mis manos, en mis ojos, en mi pecho.
Hoy quiero calor, quiero no sentirme, y a la vez sentirlo todo. Despacio, con calma, beber de apoco.
Hoy vuelvo a adentrarme al antes de nacer. Hoy quiero hundirme entre los brazos de una madre. Hoy quiero ser un niño, uno pequeñito, que no piense mucho, uno que no tema del vacío, un retoño tan pequeñito que no derrame el vaso. No sentir tanto, sino, sentirlo bien, no tan apresurado, no tan crudo, no tan cruel.
Quiero volver a llorar, aprender a hacerlo, regresar a la tristeza y liberarlo todo. Este contenedor no puede seguir acumulando tanta mierda, que me estoy pudriendo.
Mamá, quiero volver a ser un niño, esconderme entre la ternura y el cariño.
Mamá, este niño quiere sentirse vivo, que la esperanza se le ha ido.
Mamá, susúrrale al espacio, acaricia suave las aguas, que tu pequeño anhela poder dormir tranquilo.
…Mamá...Hay razones del porque no quiero seguir vivo; y todas mis fuerzas, mi espíritu y mi sonrisa se han desvanecido. No quiero seguir este camino. Por favor te lo pido... Abrázame hasta que este dolor se detenga con el amor que lucho por poder sentirlo.
Hoy con 17, recaí en lo desconocido, pero creo que nunca lo fue, solo que lo retuve tanto tiempo que tuvo que estallar en este momento. Tantas cosas malas, tantas que no puede aguantar... Con 17, solo espero recibir consuelo, entre los brazos de quien más creo necesitar de contacto físico. A nadie más como sentirme protegido por los brazos que tanto ansiaron tenerme al haber nacido.