puede sentir cómo la presencia de la asiática desaparece del tacto que había mantenido su brazo sobre su hombro, convirtiéndose en un espectador de una escena bastante peculiar, ¿cómo decirlo? incluso desde alguna perspectiva más crítica, podría llamarla incómoda, como si algo.. estuviese fuera de lugar. la forma en que la mayor hablaba y se desenvolvía era dulce, pero a niveles en que la glucosa se traducía en veneno para cualquier ser humano.
El espasmo de aquella primera impresión desaparece de manera instantánea cuando se siente bajo la visión de la madre de Myeong, no dejando entrever nada oculto bajo el telón de sus expresiones. Al igual que aquella, era un don en él mentir, y, claro, entre aquellos que dicen verdades a medias.. es fácil reconocerse. ──El gusto es mío, señorita Seoyeon, ahora puedo ver de quién ha heredado su belleza Myeong. ──comenta con su infalible carisma, tentando con estrechar la palma que se acercaba a él, pero no llegando a concretar su intención. Apenas elevada, aquella ya se había apartado, un gesto que supo interpretar como rechazo.
Una vez ambos estuvieron a solas, el más alto se permite suspirar, pasando su mano por su nuca como un ligero tic nervioso que se desenvuelve tras aquella situación. ──¿no me digas? casi no me doy cuenta, cariño. ──expresa, tomando nuevamente sus maletas y las de la más baja sin mediar mayor palabra, no permitiéndole que ella las llevara, dispuesto a ayudarla a entrarlas hasta sus respectivas habitaciones. ──No quiero ser irrespetuoso con tu familia, pero... ¿Cómo decirlo? ──hace una mueca pensativa, finalmente negando. ──No tiene importancia. ¿Dónde las dejo, capitán? Tú mandas.