¡Buenas tardes! Febrero 16, 2011.

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Hoy es miércoles, eso significa que iré al apartamento de Matías, ya me lo imagino... Es raro, no siento que me guste tanto... Sólo siento la necesidad de verle, hablarle, mirarle fijamente y reír con él, también me gusta que me busque; cuando lo hace me da un cosquilleo y siento satisfacción cuando pasa el rato conmigo.

Encendí mi portátil e investigué un poco sobre el lago donde vamos a ir a acampar el viernes, ¡Sacaré muy buenas fotos!

Estamos aquí para vivir el momento presente, para enloquecer, reír, amar, soñar -y muchísimas cosas más - todos los días. No creo en la vida espiritual eterna que nos cuentan desde que nacemos. Mejor es la idea de que las vidas sean infinitas, -note que dije "las vidas" y no "la vida" -. Que tengamos un punto final, pero también un nuevo inicio. Nadie lo sabe, ¿Cómo estás seguro de que no viviste en el siglo XIX, y ahora el XXI? Además, cuando el tiempo se va rápido es porque estamos viviendo felices, normalmente haciendo algo que nos gusta. Eso explica porqué las clases que no te emocionan se hacen tan eternas, o cuando lees un libro que no te gusta; así de relativo es el tiempo en nuestra vida. Somos jóvenes, pero eso NO significa que dormir hasta la tarde sea bueno, a veces si, no todos los días. Mientras desaprovechados las horas hay miles de personas que no conocemos. Como esa persona especial que nos hace el día, ¿que tal que no la hubiésemos conocido por haber dormido más de la cuenta?

Los miércoles no tengo clases, así que siempre visito a Lucy en la tarde. Pero he quedado con Matías, así que la visitaré un poco temprano.

-Hola Lucy, ¿cómo va todo?, ¿tienes planes para hoy? -le dije cuando abrió la puerta de su casa -.

-¡EMI! No pensé que vinieras a las 8 am. Estoy fatal, -dijo a modo de disculpa -.

-Ja ja ja. No te preocupes, qué tonta.

-Ven ¿tomas café?

-Sí, gracias.

Nos sentamos en el sofá de la sala. Ella cumple 20 este año, como yo. También vive sola.

-¡Adivina! -dije casi gritando con ojos de emoción -.

-Dime, soy mala adivinando tus planes, lo sabes.

-Hoy iré al apartamento de Matías, haré una pintura de él tocando el piano.

-Eso es estupendo, ¿crees que pase algo más aparte de que lo pintes?

-No lo creo. Pero me da curiosidad.

La verdad es que nunca he besado, a veces me imagino cómo sería, parece sencillo, e íntimo.

-¿De qué?

-De que suceda algo más entre nosotros, que nos pongamos románticos, que quizá me bese...-paré para reír un rato -. Ah, sería tan lindo.

-Si se da el momento, que es lo más seguro, pues sería genial.

Me puse roja al pensar lo que le preguntaría. Pero somos amigas, no hay nada de qué preocuparme.

-¿Tú sabes besar?, yo jamás lo he hecho-le dije con risa nerviosa -

-¿Qué? Tienes 19 años, nadie te lo creería. -sonríe - Sí, sé besar, no es nada del otro mundo.

-¿Qué tengo que saber?

-Nada, sólo relájate y bésale, ya sabes, como has visto en t.v.

-Me agradan tus enseñanzas, Lucy. -le dije bromeando -.

Tanto que hablo y ni sé si le guste lo suficiente a Matías como para besarme.

Saqué algo de ropa de mi bolso para cambiarme.

-¿Necesitas que te ayude con el cabello? -Preguntó Lucy en cuanto le conté que Matías me recogería a las 2:30 -. Tienes que estar guapísima.

Me vestí con mi Jean azul oscuro, una blusa negra estampada con un cómic de los 90's, y unas converse grises.

¿Así soy yo? -fue lo primero que pensé al mirarme en el espejo cuando Lucy terminó de arreglar mi cabello.

-¡Emi! Estás hermosa. Matías no se resistirá, ¿dónde te recogerá?

-En el parque que queda cerca de aquí.

-Está bien, ordenaré algo para almorzar, ¿qué quieres comer?

-Hmm... ¿lasaña?

-Sí, llamaré al domicilio.

Veinte minutos más tarde, llegó la lasaña y comimos viendo la televisión. Reímos y nos contamos cualquier tipo de cosas. Ella me entiende más que nadie.

Acabé de comer y me fui a cepillar. Luego me despedí, agradecí a Lucy y salí hacia el parque. No pasó mucho hasta que Matías me envió un mensaje.

-¿Dónde estás, Señorita Emily?

Qué tierno que me diga así, ¡ah!

-Hola, estoy en una banquita del parque, ¿ya llegaste?

-llego en un minuto.

-vale.

Miré a todas las direcciones y lo vi, llegó en un Mini-cooper, casi muero de la envidia, es rojo, uno de mis carros favoritos y soñados... Sonreí al verlo.

Subí al auto y le saludé.

-Hola, ¿cómo estás Emily? -Me besó en la mejilla, muy cerca a los labios. Mi pulso se aceleró y me sonrojé. Para disimular le pregunté si él compró el auto.

-Sí, antes de entrar a la Academia de bellas artes, tuve varios conciertos de piano, ofrecí clases avanzadas y me han pagado muy bien.

Ambos sonreímos.

-Está hermoso.

-Muchas gracias.

Estacionó el automóvil en el garaje de su casa, no es muy grande, es de un solo piso. Pero es muy, muy bonita.

Abrí mi bolso, saqué todas mis pinturas, pinceles, hojas de tela grande y un atril para pintar. Ordené todo en un ángulo diagonal al piano de cola y Matías me trajo un vaso de limonada con galletitas. Matías es tan, no sé como decirlo, me saca suspiros inconscientemente. Tiene una camisa gris con una corbata morada oscura, un chaleco y pantalón gris más oscuro, zapatos negros. Se ve tan... provocador.

-Quiero que te sientes y pongas las manos como si estuvieras tocando algo en el piano.

Me puse los audífonos y le di play a mi lista de reproducción "para pintar", que generalmente es rock del 2000'

Di unas cuantas pinceladas empezando por el piano, lo dejé a él al final. En la pintura lo dejaré a él, su piano y la partitura, el fondo será un estilo de cubismo abstracto con tres colores en patrón y brillo, es una combinación entre realismo y surrealismo.

Sólo tardé 35 minutos, tiempo récord. Debo admitir que Matías me ha inspirado.

-Ya está -dije con una sonrisa de satisfacción-.

Por poco Matías no me cree.

-¡Qué rápida! ¿Puedo verlo ya? -Dijo muy sonriente -.

-Hmm, no.

-¿Por qué?

-Porque debemos esperar a que seque para que la pintura quede con el color como es.

-Está bien, me resistiré.
¿Se refería al cuadro?

-¿Qué hacemos mientras se seca el cuadro? -pregunté mirándole a los ojos, qué nerviosa estoy.

-¿Por qué te sonrojas tanto? -me dijo sonriendo mientras hablaba -.

Se cambió la camisa y el chaleco por un buso blanco. Ambos nos sentamos en el sofá y encendió el estéreo, sonaba How You Remind Me/Nickelback.

Nos quedamos mirando fijo y sentí cómo mi corazón quería salirse del pecho.

Amor al pie de la letraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora