Descubriendo sensaciones.

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El orgullo siempre está presente, algunos lo tienen poco, otros mucho. Yo lo tengo a la mitad, y lo digo porque me levanté a las 2:47 am y vi a Gerard sentado a la orilla del lago, estaba tan indecisa que pensé casi 5 minutos en ir a hablarle. Su silueta resaltaba por la suave luz del cielo nocturno. Abrí el cierre de mi tienda de dormir y me daba un arrebato interno al ver que estaba dibujando, se me escapó un suspiro... siento que me conecto con él porque él dibuja excelente y sus habilidades me cautivan. Salí sigilosamente de mi tienda y me acerqué lentamente a él.

—Admiro tu talento, Gerard... —Musito muerta de nervios.

Estaba tan concentrado dibujando que ni lo notó. Aclaré la voz y lo intenté nuevamente.

—Admiro tu talento, Gerard. —Le dije.

Él se voltea alterado, al darse cuenta que era yo, sonrió. Lo bajé de su inspiración, ¡que he hecho!

—Emily, perdón si te desperté. Y muchas gracias.

—No, no. Yo no he podido dormir bien en toda la noche. —dije mientras me sentaba cerca a él al rededor del lago.

—Ya somos dos. Y por cierto, tu talento es envidiable. Me encanta.

Le sonreí tímidamente y él  miró al cielo estrellado.

—Ya es una idea para la galería de arte; la naturaleza, la perfección que hay en cada parte de ella.

—Sí, eso estaba pensando. ¿Hoy en la tarde en tu casa?

—Claro, digo, por supuesto. —reímos un instante.

Nos quedamos en silencio y fue ahí cuando al descuidar su cuaderno pude ver una pequeña parte de la página anterior en la que dibujaba. Lo disimulé pero fue inevitable. Me veo a mi de perfil, con un Jean azul oscuro, converse y una blusa morada (son mis prendas de vestir más típicas). Me dio un ataque de nervios y evitaba cualquier contacto visual, me delataría. Él hizo como si nada ocultando el cuaderno a un lado suyo. Yo espiaba de reojo.

Me abrazó espontáneamente, quedé tan confundida, pero feliz, muy feliz. Fue un abrazo caluroso, tierno, revelador. Mis microorganismos bailaban en tren de la emoción. Cerré los ojos y me olvidé de este mundo. Momentos así deben vivirse al máximo  porque después de todo estamos atrapados en un eterno presente. Luego me soltó lentamente y acarició mi mano con ternura, todo mi ser se estremecía. Pasaba el tiempo y ni cuenta nos dimos. Él es muy reservado al hablar, siento que hay que excavar en él y descubrir todo lo que tiene por decir. 4:50 am y no hemos dormido nada. Fue un amanecer con todo incluído; misteriosas charlas, risas nerviosas, miradas que nos consumían.

—Deberíamos ir a descansar lo que nos queda de tiempo —le dije posando una mano sobre su hombro.

—¡Tan rápido! —exclamó él.

—Vamos, nadie ha despertado aún.

—Me...

—¿sí?

—Me gustó amanecer contigo. —murmuró sonriente.

—Qué tierno eres -pensé en voz alta, qué tonta-, Mh... Gerard. ¡A descansar!

Frunció el ceño y se le escapó una risilla.

Entré a mi tienda y caí como una roca. Ah, hace cuanto que no dormía plácidamente.

Desperté y vi el reloj; las nueve menos cuarto. Casi todos habían despertado. Lucy estaba repartiendo té helado.

—¿Cuándo llega Matías? —preguntó Lucy.

—No lo sé, quizá hoy. Debo llamarle cuando llegue al apartamento. —le respondí luego de tomar un sorbo de té.

Vi a Gerard sentado en una roca y me decidí a hablarle.

Amor al pie de la letraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora