Más que un sentimiento, eran dos.

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Qué linda sorpresa haber dormido junto a Matías. No sé cuánto tiempo pasó, pero sonrío al verlo aún dormido, tiene unas largas pestañas, y sus mejillas están algo sonrojadas. Juntos, en el sofá de su sala, abrazados, mi cabeza en su pecho y el calor de su cuerpo. Miré mi celular, las 8:30 pm, maldita sea. ¿Cómo no me he dado cuenta que era tan tarde? No puedo quitarle los ojos de encima. Pensándolo bien, no recuerdo muy bien lo que pasó antes de quedarnos dormidos, sólo que mi corazón lo escuchaba claramente, como si tuviese un fonendoscopio en aquel momento. Mi estómago se revolvió al recordar lo que pasó... Él me besó. Yo lo besé nuevamente. Estaba impaciente, me perdí en su sonrisa, en su mirada profunda y oscura. También recuerdo que me abrazó, por unos minutos, no nos queríamos separar. Puse mis brazos encima de sus hombros, y mis dedos entrelazando su cabello, mi respiración se tornaba errática,  unos cuantos besos más acompañados de risas inocentes. Apoyó su frente junto a la mía y casi nos tocamos los labios cuando me confesó todo lo que me quiere y siente por mi. No podía evitarlo, jamás experimenté algo parecido.

Me levanté lenta y silenciosamente, arreglé un poco mi desastre de cabello intentado no despertar a Matías, fui a la cocina y preparé algo de café, ¿Qué es este sentimiento? Lo conozco de hace unos días y ya siento que no quiero apartarme nunca de él. Eché un vistazo a mi pintura, se ve genial. No pasó mucho cuando sirviendo el café, me tomó de sorpresa.

—Emily... ¿Qué estás haciendo? —preguntó él, algo somnoliento —.

—Preparaba un poco de café, ¿gustas? —Sonreí nerviosa —.

—Claro, muchísimas gracias. ¿Sabes qué hora es? No me he dado cuenta en qué momento nos quedamos dormidos, pero recuerdo que dormí abrazando a una preciosa chica. —le miré con los ojos bien abiertos, reí tontamente, no sabía que decir... —.

—Las 8:43 pm... ¡ya está lista tu pintura! —exclamé evasiva —.

Tapé su vista con mis manos y lo llevé despacio hacia el cuadro. Él estallaba en una tierna risa, quité mis manos sintiendo su suave piel.

Quedó totalmente asombrado, no estoy segura, pero creo que Matías ha conocido una íntima parte de mis habilidades, como yo al escucharlo tocar su piano.

—Santo cielo Emily, ¡eres una genio de la pintura! —espetó él. Mientras mi cuerpo se llenaba de un extraño cosquilleo—.

—¿Te ha gustado?, no es para tanto... —dije bromeando, con una sonrisa de oreja a oreja —.

Él se volteó y me lanzó una mirada emotiva, se acercó corriendo y me abrazó, por un instante mis pies dejaron de tocar el suelo y sólo lo oía a él repitiendo sus Gracias, gracias, gracias.

—Tu forma de pintar estaba fuera de mis expectativas. Quiero decir, pensé que eras muy buena pintora, pero esto, Emily, es una maravilla. Eres excelente.

—Ha sido un placer Matías, ¿sabes? Esta pintura hará parte de mi exposición de arte.

Casi se le caía la mandíbula. No podía creerlo. Y desde ahora, los dos seríamos el uno para el otro, ¿o no?

Mi mente se distrae a cada segundo recordando lo sucedido hace unas horas.

—Ya es tarde, debo irme. Me encantó pasar la tarde contigo.

Nos dimos un abrazo y su rostro se puso triste, el mío igual, somos jóvenes adultos, ¿no podía quedarme a dormir con él una noche? Quizá era muy pronto, no creo que sea conveniente. Matías y yo aún no habíamos hablado de esos besos y caricias. Pero no le quería molestar.

—¿Puedes venir un segundo? —me dijo extendiendo su mano —.

—Sí. —Y nos tomamos de las manos, entramos por el pasillo de su apartamento—.

De la nada empezó a llover muy fuerte, nos sentamos en el sofá de su habitación.

—Te propongo algo, Emily, espero que no me odies. —me acariciaba la mejilla mientras murmuraba —.

—Te escucho.

—Va a sonar raro, Emily. Pero quiero seguir viéndote y seguir pasando momentos así contigo, como el de esta tarde.

—Ya, ¿por qué te voy a odiar por eso? —dije algo extrañada —.

—Porque no quiero tener novia. ¿Entiendes? —bajó la mirada —.

Me emocionaba la idea, qué raro. Pensé que era un romántico. Pero vamos muy rápido. Estar con él sin estar con él... Mm, no suena tan mal.

—No lo sé, tengo que pensarlo bien, ¿de acuerdo?

Sonrió maliciosamente. Me agarró de la barbilla, buscó mi mirada y me besó. ¿Qué cosas pensará Matías? Siento que no lo conozco nada.

Cuando dejó de llover, Matías me llevó a mi apartamento, en el camino estuvimos conversando y me hizo reír tanto. Quedé tan pensativa con lo que me propuso, no sabía qué hacer. Una parte de mí se moría por aceptarlo, pero mi razón me susurraba que no era confiable. Esperaré mejor hasta el viernes para el día de campo, quizá ahí le responda y lleguemos a un acuerdo.

Eran las 6:40 am del jueves. Me arreglé rápidamente y salí disparada de mi apartamento, debía llegar a las 6:20 a la academia, clase de técnica y tipos de arte. Cuando llegué estaba sudada, con el cabello alborotado y todos mis compañeros de clase me clavaron la mirada, el profesor Bill alzó una ceja y me miró de muerte. Intenté disimular la vergonzosa situación y me senté en mi escritorio. ¡Estoy fatal! Quisiera ser invisible ahora mismo.

Dos interminables horas más tarde, salí por un sándwich y una Coca-Cola a la cafetería.

—¡Emily! Me tenías preocupada, siempre eres la primera en llegar. —Era Lucy diciendo lo obvio —.

Le dediqué una sonrisa irónica y fui con ella a una de las mesas de la cafetería.

—¿Ya están todos listos para el día de campo? —Le pregunté mientras desayunaba —.

—Sí, salimos todos mañana después de clase.

Y en ese instante me acuerdo que nunca le comenté a Matías sobre el día de campo, joder. Tengo que buscarlo.

—Me parece perfecto. Estoy ansiosa por ir.

Oh, también recuerdo que Gerard irá, ¿y si Matías no puede ir y me quede a solas con Gerard? No, es poco probable, seguramente irá con su novia.

—¿Stephanie también va a ir?

—¡Se me olvidaba Emily!, ella y Gerard han estado raros, creo que terminaron, eso están diciendo. Probablemente no irá.

Hago una fiesta mentalmente, donde miles de microorganismos bailan y hacen una coreografía, están muy felices.

—Mm, qué pena por él. —dije indiferente —.

—Uh, lo siento Emily, olvidé entregar mi ensayo sobre el diario de Ana Frank, te veo en media hora. —Y salió corriendo buscando a su profesor de literatura—.

Cuando de un momento para otro, vi a Gerard, recién se sentó a unas mesas de donde yo estaba. Miraba hacia abajo con las manos sosteniendo su cabeza, qué mal se ve. Intentaba leerle la mirada cuando llegó Matías y se sentó en frente mío.

—Hola Matías, te estaba buscando. Verás, se me había olvidado. Mañana después de clases, Lucy y nuestro grupo de "amigos", planeamos ir de día de campo hasta el sábado, iremos al Lago de colores, ¿nos acompañas?

—Wow, ¿por qué no lo haría? suena fantástico. — Apoyó una mano bajo su barbilla —.

Ambos sonreímos. Ya me lo imaginaba yo. Pero, ¿Qué pasaría con Gerard? Lo veo muy mal, irá solo. Parezco tonta, sé que no debo preocuparme, después de todo él nunca se ha interesado en mí.

Matías no paraba de hablar sobre la nueva obra que estudiará para piano, Moonlight Sonata, le saltaban los ojos de la emoción y sinceramente ya me estaba cansando de escucharlo y que no me dejara hablar. En ese momento, una voz detrás mio dijo mi nombre e interrumpió nuestra charla, ¡¿QUÉ?!, ¡¿GERARD?!,    —mi sangre se congeló —. Me disculpé con Matías y me levanté. Esa fue la primer vez que Gerard me miró a los ojos.

Amor al pie de la letraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora