¿Crees que es fácil cuidar niños? Para _________ no lo era, ya que nunca en su vida había cuidado uno.
¿Pero qué tal si tiene que cuidar a cinco chicos? ¿Y si son todos adolescentes? ¿Y si le comienzan a gustar los cinco a la vez?
No, ella nunca i...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Y-Yo... N-No quise hacer eso —dije y sentía calor en mis mejillas.
«Por favor, no te sonrojes».
Pero por más que suplicara en mi mente, sabía que mis mejillas estaban rojas de la vergüenza.
Escuché una risita por parte de Beomgyu y lo miré confundida. Se acercó a mí, y dejó un tierno beso en mi mejilla.
—Pues yo sí quise hacer eso —dijo y tragué grueso.
Mi respiración comenazaba a agitarse y supuse que Beomgyu ya se había dado cuenta.
Como haciéndole honor a la frase “salvada por la campana” escuché mi celular vibrar y me levanté rápidamente, como si quisiera escapar de su lado. Aunque, de cierto modo, quería seguir sentada con él.
Con manos temblorosas, prendí la pantalla y me desilusioné al ver una notificación de YouTube.
«Rayos... Justo ahora que necesito algún mensaje importante, me llegan las notificaciones que nunca miro».
Miré la hora y suspiré. Eran las 10:37 A. M.
—¿Está todo bien? —preguntó mientras se ponía de pie.
—¿Qué? —lo miré y me alejé ligeramente—. Ah, sí... Todo está bien. Yo... Debo irme.
Beomgyu asintió y yo salí de mi habitación.
«Tengo algo de tiempo antes de ver a papá».
Bajé las escaleras con cuidado, mientras miraba mi teléfono e ignoraba un par de mensajes de Chanyeol.
—Hey, T/n... —me llamó Kai muy tímidamente, más de lo normal.
—¿Sí? —pregunté levantado la vista de la pantalla.
—¿P-Podrías... Venir c-conmigo? —preguntó mirando al suelo.
—¿A dónde vas?
Me acerqué a él y traté de buscar su mirada.
—Voy a... Dar un paseo —dijo y me miró suplicante.
—¿Es muy lejos? Tengo algo que hacer en media hora...
—No, no es muy lejos... Pero no quiero ir solo y los chicos están ocupados.
«Si me pones esa cara... No me puedo negar».
—Está bien, iré contigo —contesté con una media sonrisa.
Su cara se iluminó y no pude evitar soltar una risita.
Salimos de la casa y me guió por un camino muy bonito, cerca del centro de la ciudad.
