Treinta.

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John y yo bajamos a mi urba.

Era de noche, y habían muchas estrellas en el cielo. Brillaban muy fuerte y las veía distintas, estaban preciosas.

Nos sentamos en un banco y me empezó a hablar sobre la vida en general, el amor y la amistad. Me contó que una novia que tuvo le engañó. Que se fue de vacaciones a Madrid y se lio con otro tío.

-No se como esa guarra se fue con otro chico teniendo a una gran persona a su lado.

John se me quedó mirando.

-Eso no es verdad. Pero gracias -Me sonrió.

-Si es verdad. Eres una gran y buenísima persona.

De pronto, vimos una estrella que se empezó a iluminar mucho y caía. Y no era una estrella fugaz, no. No era rápida y con cola, era lenta y chispeaba. Nosotros nos quedamos mirándola, callados, alucinados.

Nos miramos y sonreímos.

Y se fue. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora