Ochenta y uno.

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Mitades de Julio.

Mi padre vino a casa,

cansado de trabajar en nuestra casa de campo.

En su mano,

llevaba una bolsa blanca,

donde se podía visualizar, un bote alargado.

-Blear, ¿sabes de quién puede ser esto? - Me preguntó.

Sacó el bote y lo colocó sobre la mesa de la cocina. 

Era una colonia, "Boxes de Saphir", se hacía llamar. 

Yo, extrañada me quedé. Pero no del todo cuando la olí.

Era él.

Su olor,

su voz,

su mirada,

su alegría,

su melodía,

su presencia,

su recuerdo...

Todo eso metido en un frasco de cristal.

-La encontré en la habitación donde dormisteis tu, John, Mayla y Blanca.

-El contenido lleva menos de la mitad... -Hice una pausa - Los amigos mierda de la prima Sophí  habrán debido de... de usarla... Porque estaba... estaba hasta arriba -Volví a frenarme -. Desde Halloween en la casa de campo, 9 Meses...

No podía hablar.

Pero tenía que hacerlo, y no pude aguantarme.

Mi madre vino a la cocina,

vio mis ojos rojos,

"¿Qué te pasa?", me preguntó.

"Nada", respondí entrecortado.

Mi padre me abrazó,

mi madre se apuntó.

Tenía la colonia en mano,

temiendo de que se cayera.

Aquellas lágrimas no pueden ser olvidadas...

Eran lágrimas de dolor,

de nostálgia,

de sentimiento,

de amistad olvidada,

de tanto...

Expresaban tanto... 

Y se fue. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora