Cincuenta y tres.

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Durante el camino, apunto de llegar al centro comercial, lo vimos.

Él también nos vio.

Se enfadó.

Tiró su bolsa al suelo.

Se acercó a un árbol.

Le pegó una patada.

-¿Está poseído? -Me preguntó Amaia, cogiéndome del brazo.

-No. Aqui a fallado algo. ¿Le dijiste bien la hora? -Le dije.

Ella me lo demostró con el WhatsApp, y todo estaba correcto.

Venía hacia nosotros, con su mochila cogida.

Pasó de largo. Ni me miró.

Ellos dijeron "vamonos ya, no le busquemos" y así hice... Arrepintiéndome, ya que cuando me giré, él volvía hacia nosotros, supongo que para hablar conmigo pero ya era tarde...

Y se fue. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora