Advertencias: Contenido adulto.
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Había llegado al fin esa época del año que Saori tanto disfrutaba. Diciembre era un mes muy especial para ella, que había vivido al máximo las Navidades al lado de su abuelo entre múltiples regalos, lindos vestidos y un sinnúmero de fiestas. La fecha de Navidad le recordaba momentos hermosos que había vivido en su infancia, en donde fue muy mimada. Lo bueno de crecer era que la madurez la había alcanzado y podía ver con otros ojos aquella celebración. Su abuelo hacía años que ya no estaba con ella, pero tenía a otras personas con las cuales celebrar que le recordaban que, al final, ese era el propósito de esa noche.
Saliendo de sus cavilaciones, la jovencita se tomó un momento para admirar su cuerpo en el espejo sin esconder lo satisfecha que estaba acerca de su aspecto. Jaló los tirantes y el borde de su escote para acomodarse el vestido rojo de satín que entallaba su perfecto y bien dotado cuerpo. Prosiguió su arreglo, echando su cabello largo y lila hacia atrás, delineado después sus labios en tono carmín. Comprobó que su demás maquillaje estuviera perfecto y por último, se colocó el antifaz dorado sobre el puente de la nariz.
Sonrió ante su reflejo. Decidió que era hora de hacer presencia en la fiesta de la cual esta vez era la anfitriona y salió de su habitación.
El cuchicheo de las voces llegó a sus oídos conforme caminaba en dirección al gran salón de la mansión Kido. La joven aprovechó el recorrido para checar que las decoraciones de las cuales se había hecho cargo personalmente –para disgusto de Tatsumi- estuvieran en su lugar, comprobando así que las guirnaldas cargadas de esferas y luces de colores estaban perfectamente acomodadas.
Se detuvo, minutos después frente a las puertas que precedían la habitación que albergaba la reunión. Ensanchó una sonrisa que denotaba su ánimo y empujó con fuerza para entrar.
Los aplausos retumbaron por todo el lugar cuando puso un pie dentro. Demás rostros enmascarados de hombres y mujeres y sonrisas de asombro la recibieron mientras se contorneaba sobre la alfombra color vino que cruzaba el lugar. Saori se dedicó a saludar con leves asentimientos y ademanes con sus manos a sus invitados, que, como ella parecían contagiados por el frenesí de la velada, lo cual la hacía sentir satisfecha.
Muchos se acercaron a besar su mano. Como tantas veces, volvía a ser el centro de atención, sin embargo, esa noche, eso la tenía sin cuidado. Había llevado a cabo esa reunión con un solo propósito: Aquello era un regalo para sí misma.
La heredera Kido llegó hasta una especie de trono, dispuesto al fondo de esa enorme habitación, donde tomó asiento para disfrutar del espectáculo. Chasqueó los dedos y en un segundo, la música que era interpretada por un conjunto y que hasta apenas minutos antes era suave y tranquila cambió al estilo big band.
La nueva melodía invitó a las parejas al centro a bailar sobre la pista y ella sonrió contagiándose de la alegría colectiva. Cruzó con gracia sus largas piernas y comenzó a tamborilear sus dedos sobre su rodilla, siguiendo el ritmo de la canción.
Mientras todos estaban inmersos en sus movimientos con sus parejas de baile, Saori estudiaba los rostros parcialmente ocultos, sus elegantes trajes y hermosos vestidos de volados y caídas suaves, cuando comenzó a sentir una mirada insistente proveniente de su lado derecho.
Inició el escrutinio disimulado para dar con el responsable. Giró su cabeza en esa dirección lentamente. No tardó mucho en hallarlo: a lo lejos, recargado en uno de los pilares de mármol estaba un joven castaño, que portaba smoking negro. La heredera Kido, se removió en su lugar para enderezar su esbelta figura y le vio sonreír. Ella devolvió el gesto curvando su boca roja para él. Se sostuvieron la mirada por varios minutos, midiendo algo invisible que se cernía entre ellos.
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De la A a la Z Saint Seiya
RomancePequeñas historias de la A a la Z sobre Seiya x Saori y algunas otras parejas de Saint Seiya.