— De acuerdo, Marin, Shina. Entiendo que se preocuparan por mí y por Flher dado que Tatsumi está de vacaciones, pero de verdad no necesito que me sigan a todos lados —comentó Saori cruzándose de brazos—. Como Saori Kido, y no como Athena, tengo también muchos deberes que atender, debo retirarme y así también Flher que vino de invitada podría descansar de su largo viaje.
— En realidad no estoy tan cansada, pero entiendo que tengas muchas cosas qué hacer dado que vine de imprevisto, disculpa —comentó la rubia, sonrojada.
— No, Flher, de verdad no hay problema sólo debo resolver algunas cosas y estaré de vuelta para dar un paseo por la ciudad si te apetece.
— Pero... Athena... —intervino Marin con cara severa detrás de la máscara.
— Marín de verdad que te lo agradezco, ustedes fueron muy amables al presentarse en mi templo y pedirme permiso para acompañarme durante las vacaciones de Tatsumi, de las cuales nunca supe cómo se enteraron...
— Seiya, él... nos dijo —comentó Shaina con la cabeza agachada disimulando una reverencia pero en realidad quería esconder su enmascarada cara por temor de que Saori pudiera percibir los sentimientos que tenía hacia el chico, aunque claro que eso era imposible.
— ¿D-De verdad? —comentó Saori con un leve rubor en sus mejillas y sintiendo calor en el momento.
— Si. Dijo que insististe en que ellos se quedaran en el santuario y completaran su entrenamiento y por eso no te acompañaron y como él no quería desobedecerte pues nos pidió el favor a nosotras —comentó Marin al tiempo en que el corazón de la diosa brincaba de felicidad y reprimía una sonrisa. Su mente estaba volando por lugares bastante altos y una parte de ella le aseguraba que el chico la correspondía, aunque otra más fuerte le decía que sólo había hecho eso porque ella era la Diosa a la cual debía proteger.
— B-Bueno, a-aun así. Ya llegamos a casa, aquí nada malo va a pasar así que por favor...
— ¡Saori! —la voz dulce de Sunrei interrumpió la discusión que se llevaba a cabo al pie de la escalera de la mansión. La chica salió de la cocina mientras se secaba las manos con el delantal que traía puesto y se acercaba al grupo.
— ¡Sunrei! pensé que ya te habías ido con el maestro a los 5 picos, no creí encontrarte aquí.
— Es que escuché que llegarías con invitadas y por eso preferí quedarme, para atenderlas.
— Nosotras no somos invitadas —inquirió Shina seca—. Estamos aquí para protegerla.
— Ya veo que son del santuario, pero dado que aquí es la casa de la señorita Saori, yo diría que sí lo son —recalcó la china, con una enorme sonrisa.
— Eso ¡Exactamente eso Sunrei! ¡Tú lo has dicho! —exclamó Saori, feliz por la idea que acababa de llegarle a la mente. Sunrei la miró sonriendo pero aún sin entender—. Como yo tengo muchas cosas qué hacer de la fundación Graude y no es necesario que me sigan y además vienen como invitadas, ¿qué les parecería dar una vuelta por la ciudad y conocer? Podrían llevar a Flher en lo que me desocupo y las alcanzo ¿Te apetece? —se giró hacia la rubia que sabía se moría de ganas por ir de compras porque se lo dijo una y otra vez en el camino del aeropuerto a su casa.
— ¡Si! —exclamó la rubia nórdica tomándole las manos a Saori—. ¡Me cantaría! ¡Quiero conocer la ciudad!
— Estando aquí sería una pena que te lo perdieras y hayas viajado de tan lejos ¿no lo creen chicas? —Marin y Shaina se miraron y pese a que no se veían las caras, pudieron imaginar perfectamente la expresión de la otra. Habían perdido y lo sabían—. Marin, Shina por favor vayan con Flher. Todas se van a cambiar y a pretender que son muchachas normales conociendo la ciudad por hoy.
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De la A a la Z Saint Seiya
RomancePequeñas historias de la A a la Z sobre Seiya x Saori y algunas otras parejas de Saint Seiya.