Cumpleaños

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— Ya estamos afuera del departamento de Seiya, Saori. Mira será algo tranquilo, quedamos en comer con él y te prometo que no haremos que se llene mucho para que tenga apetito más tarde... —comentó Hyoga con una sonrisa, ante Shiryu y Shun que escuchaban su charla por teléfono con la diosa.

— Se los agradezco mucho chicos, es un día bastante especial y quiero celebrarlo como tal... —admitió Saori mientras se sonrojaba—. Asegúrate de que no salga tan tarde de su casa por que... ¡Ay!

— Saori ¿estás bien? —exclamó el rubio al escuchar un estrepitoso ruido.

— T-Todo está bien, se cayeron unos platos —la chica apoyó el teléfono entre su hombro y la oreja izquierda y se agachó para recoger un sartén y las piezas rotas de un plato y una taza de porcelana.

— Pásamela —pidió Shun mientras alargaba la mano a su amigo cisne—. ¿Saori? Soy Shun, oye... ¿estás segura de que quieres hacer esto? Digo, sé que Seiya estaría encantado de que fueran a algún lado a...

— Estoy segura Shun, de verdad, tengo todo bajo control y si no les molesta debo colgar para seguir preparando todo. Les encargo a Seiya y gracias por distraerlo un tiempo —y la chica colgó.

—C-Colgó —Shun les mostró el celular.

— Creo que no debiste decirle eso, Shun —comentó Shiryu con las manos cruzadas y negando levemente con la cabeza.

— N-No era mi intención, pero es que... Saori ni siquiera sabe cómo...

— Pero debemos dejarla, seguro que es como ella dice y lo tiene bajo control, nos estamos preocupando de más —concedió Hyoga.

— Mejor toquemos la puerta o Seiya va a pensar que nos olvidamos de su cumpleaños y ya saben como se pone —propuso el dragón.

*****

Saori dejó el teléfono a un lado y prosiguió con su labor. Días antes había estado pensando qué sería bueno para regalarle a Seiya en el primer cumpleaños como novios que pasarían juntos. Pensó primero en muchas cosas materiales pero desechó la idea conforme se le iban ocurriendo los regalos ya que conocía muy bien al castaño y él era de los que valoraba momentos en vez de objetos. Entonces recordó que el postre favorito de su amado era el pastel de chocolate y puso manos a la obra. Sus amigos y su servidumbre se ofrecieron para ayudarla pero ella se negó categóricamente. Había terminado por pedirles a los chicos que distrajeran a Seiya hasta la noche y a su servidumbre le había dado el día libre y pedido a Tatsumi que la dejara trabajar por su cuenta y se diera una vuelta por la ciudad. Por primera vez en su vida quería hacer algo por ella misma, sin ayuda de nadie, y más por que se trataba del cumpleaños de su novio.

Se había molestado un poco cuando Shun le insinuó que mejor llevara a Seiya a otro lado en vez de darle la sorpresa. La chica admitía que no era muy buena en la cocina pero hacer un pastel no podía ser tan difícil, había estado practicando en los últimos días con pequeños postres como panqués y galletas y nadie había resultado herido ni había muerto al probar sus inventos, así que ella misma se había dado luz verde para subir la categoría y lanzarse a hacer ese pastel.

Así que, en lo que los chicos distraían a Seiya y celebraban con él a su manera, ella haría el delicioso pastel y después subiría a ponerse aquel vestido azul celeste que había comprado para la ocasión y lo recibiría con la sorpresa cuando él arribara. Era el plan perfecto.

La chica acercó todos los ingredientes y los colocó en la barra de la cocina, y abrió el libro de recetas de postres que había encontrado en la biblioteca de su abuelo y el ritual comenzó:

— Bien, primero debo precalentar el horno a 180 ºC... —Saori se dirigió a la estufa y encendió el horno. Se dio cuenta de que la perilla no indicaba la temperatura para ponerla de límite—. Mmm... no sabré si ha llegado a la temperatura correcta... bueno creo que podré irle calculando, ¿qué tan difícil puede ser saberlo? —dejó el horno precalentando convencida de que estaría segura de cuándo estaría a 180 grados y prosiguió a engrasar el recipiente redondo de latón con la mantequilla—. Bien, molde engrasado, ahora tengo que ponerle harina —abrió la bolsa con tanta brusquedad que el polvo salió volando por todos lados, primero estampándose en su cara y después salpicando la barra y el piso—. Rayos... —exclamó algo descolocada pero enseguida retomó el rumbo. Sobró un buen tanto en la bolsa y fue el que ocupó—. Bien, ahora debo mezclar todo lo demás —tomó un tazón grande y vertió dos tazas de azúcar, una taza y media de harina (que milagrosamente si le había quedado después del desastre que había hecho), los ¾ de cocoa, la cucharadita de polvo para hornear, el bicarbonato de sodio y una pizca de sal—. Ahora siguen los huevos... —Saori, golpeó uno de los huevos contra el borde del tazón pero apenas logró que se cuarteara cosa que la hizo poner una mueca de molesta—. Por favor, tengo que adherirte con todos los demás ingredientes, déjate... —esta vez golpeó con más fuerza que el cascarón del huevo se hizo pedacitos y fue a parar a la mezcla—. ¡No! ¡E-Espera! —la chica tuvo que dedicarse unos minutos más para sacar los pedacitos de cascarón y después siguió a incorporar la taza de leche, la media de aceite vegetal y las dos cucharaditas de vainilla—. Listo, ahora todo esto irá a la batidora —el chef de la mansión Kido tenía una enorme batidora profesional que le había servido en todos esos días para mezclar y hacer sus postres. Saori llevó el bowl y lo vació en el recipiente que venía con la batidora. Conectó el artefacto, picó el botón de encendido y esperó a que comenzara. Enorme fue su sorpresa al ver que el electrodoméstico no comenzaba a trabajar.

De la A a la Z Saint SeiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora