Historia

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— ¡Mamá! ¡Mamá! ¡MAMÁ! —el grito del pequeño irrumpió en la tranquilidad de la noche en casa de los Kido.

— Koga, ¿qué es lo que sucede? Con esos gritos vas a despertar a medio mundo aquí—dijo Saori asomándose por la puerta del cuarto.

— Es que no puedo dormir, quisiera que me cuentes una historia, de esas divertidas...—contestó él con su vocecita. Saori observó a su chiquillo de cinco años, sentado en medio de su cama, ataviado de su pijama y con sus ojos castaños brillantes sin signos del mínimo sueño y supo que tendría que hacer lo que le pedía para que ambos pudieran irse a dormir.

— De acuerdo, te voy a contar una historia nueva si me prometes dormir cuando la termine —condicionó ella, sentándose al filo de la cama.

— ¡Si! ¡Lo prometo! —exclamó el pequeño Koga emocionado y se acomodó acostándose en la cama y tapándose con las sábanas.

— Hace muchos años, existió una princesa, hija de un rey muy sabio y noble. Ella y su padre vivían en un castillo muy grande con muchos sirvientes y en donde ella tenía muchos lujos como dulces y muchos juguetes.

— ¡Entonces ella tenía muchas cosas mamá! ¡No le faltaba nada! —dijo el pequeño como era su costumbre, el encantaba hablar de tanto en tanto con comentarios de la historia. Saori sabía que no sería un relato breve debido a eso, pero decidió continuar negando con la cabeza.

— Te equivocas —prosiguió—. Podía parecer que ella era feliz con todos sus caprichos. Chasqueaba los dedos, lloraba y gritaba y conseguía lo que quería, pero su corazón se sentía solo y triste, sin embargo no sabía cómo demostrarlo y en vez de expresarlo con palabras, se ponía mal humorada y quería hacer su voluntad. En realidad ella quería tener amigos. Fue entonces que el rey mandó a llamar a los niños del pueblo que tuvieran la edad de su pequeña princesa para que fueran sus amigos, pero eso no funcionó en un principio.

— ¿Por qué dices eso? Ellos iban a ser sus amigos, todo estaba resuelto —explicó Koga, rascándose la cabeza, gesto que Saori reconoció y sonrió para sus adentros.

— La amistad tiene que nacer, Koga y la princesa no entendía eso, ella pensaba que esos niños habían llegado al castillo para hacer lo que ella les dijera. La mayoría de los pequeños obedecía e intentaban jugar con ella a la fuerza cosa que no era del agrado de la niña y entonces los trataba mal. Sin embargo, hubo un chico que se reveló ante ella, que se negó a seguir sus órdenes y la desafió. Y bueno a ella eso no le gustó...

— Parece que a ella no le gustaba nada mamá, que niña tan difícil —comentó Koga con ceño fruncido. Saori asintió.

— No te imaginas cuánto, Koga.

— ¿Y entonces que pasó? ¿Ellos no se hicieron amigos nunca?

— No de inmediato, pero sí, lo fueron. Después de constantes peleas y sin poder ser amigos, el rey mandó a todos esos niños a entrenar lejos para que se convirtieran en protectores de la princesa cuando creciera, así que por muchos años no supieron el uno del otro, hasta que crecieron y volvieron a encontrarse.

— Se vieron y fueron amigos, ¿verdad? Se dieron cuenta de que habían perdido mucho tiempo llevándose mal ¿no? —Saori tuvo que aguantarse la carcajada con algo de esfuerzo. Era increíble cómo un niño de cinco años lo entendía mejor que los adolescentes que habían estado involucrados.

— Bueno, cuando volvieron a verse aún no se llevaban bien y los dos sentían cierto rencor por lo que había sucedido en el pasado, pero todo cambió cuando un poderoso enemigo se presentó para raptar a la princesa. El joven guerrero la defendió y peleó por ella contra poderosos enemigos sin importarle nada más, entonces la princesa supo que él era bueno y que era su amigo al verlo luchar con tanta determinación.

De la A a la Z Saint SeiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora