Ganador

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El gran salón de la mansión Kido resplandecía adornado con guirnaldas de colores y varios ramos de flores y se había provisto de una mesa en dónde había canapés y copas de vinos finos. De fondo, se podía escuchar una exquisita pieza a tres violines y en medio de la habitación una enorme mesa con un mantel inmaculadamente blanco y velas aperladas, estaba dispuesta para recibir a los invitados.

— Muy bien, Tatsumi, solo hace falta que la señorita baje y vea todo lo que he preparado para ella, me di a la tarea de invitar a varias personalidades de Japón y amigos del señor Mitsumasa, sé que estará encantada. Por favor, si eres tan amable de pedirle que baje.

En otras circunstancias, el mayordomo no hubiera aceptado que Jabu le pidiera algo, pero Tatsumi estaba tan complacido de que el caballero hubiera seguido sus sugerencias para una fiesta sorpresa para la señorita Saori, que moría de curiosidad por ver la cara de su protegida cuando lo descubriera. El mayordomo se limitó a asentir y fue escaleras arriba.

— Sé que va a ponerse muy feliz —dijo para sí el unicornio, ajustándose el moño que coronaba el traje negro que se había puesto. No era un día cualquiera, era el cumpleaños de Saori Kido, su diosa, su amiga y su amor imposible y debía darle una muy buena impresión a los invitados de la socialité y por supuesto a ella. Moría de ganas de verla sorprendida por semejante detalle y por supuesto por pasar la velada a su lado, bailando y riendo, siendo presentado por ella ante sus conocidos—. Y, al final de la noche le confesaré lo que siento —se prometió, cerrando un puño de forma victoriosa.

El joven rubio se encontraba soñando despierto con aquella confesión que haría, cuando una voz demasiado familiar y detestable para él, interrumpió sus pensamientos:

— Oye Jabu, ¿qué significa todo esto? —bramó Seiya entrando al lugar. El bronceado sostenía en brazos con una caja de cartón en donde se podían asomar globos de colores ya inflados. Jabu soltó una carcajada que rebotó en las paredes del salón—. Te dije hace unos días que nosotros le organizaríamos una fiesta a Saori, ¿qué has hecho?

— No me digas que esperabas llegar a colgar globos en el fino salón de los Kido, no me hagas reír Pegaso.

— ¿Qué ocurre? —preguntó Shiryu cargando un pastel de chocolate y seguido de Hyoga y Shun que cargaban otra caja.

— Pues que Jabu se aprovechó de nuestra idea y ha resuelto organizarle él solo una fiesta a Saori. ¡Esto es injusto! ¡Te dijimos que podías ayudarnos y lo único que quieres es lucirte con ella! —exclamó el castaño, evidentemente molesto ante la canallada de su compañero.

— Sus intentos por hacer una fiesta mediocre me dan lástima. Se ve que no están a la altura de la señorita y que nunca podrían entender sus gustos ni encajar en su mundo. Ella se relaciona con gente muy poderosa y adinerada y debe ser una digna anfitriona.

— Cállate, Jabu —gritó Hyoga, observando el semblante molesto de Seiya al escuchar aquello. Sabía que a su amigo pegaso le pesaba esa parte de la vida de Saori en donde él no podía entrar porque era pobre y que Jabu hubiera utilizado aquel argumento era algo muy bajo.

— Ahora lárguense de aquí antes de que todos lleguen, los vean con esas fachas y los confundan con sirvientes. Si quieren estar presentes será mejor que vayan a ponerse algo digno y con clase, aunque dudo mucho que tengan que vestir, así que no le hagan pasar vergüenzas a la señorita Saori en su día.

— Claro, tú hablas porque seguramente te compraste ese traje con tu dinero, ¿no? —lanzó Shiryu enarcando una ceja.

— Cállate, dragón.

— Eres tú el que la hará pasar vergüenzas. No conoces a Saori —dijo Seiya dejando la caja de globos en el piso y avanzando hacia él.

— ¿Qué no la conozco? —retó el unicornio también yendo al encuentro con Seiya.

De la A a la Z Saint SeiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora