Capítulo 1

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Emily despertó otro día más gracias a las fiestas ilegales de sus vecinos. Estaba allí por su novio, Alexander, un borracho sin escrúpulos. Para ir a trabajar, se duchó y salió con el uniforme y una manzana en la boca corriendo tras el bus que se escapaba.

— ¿Otra vez, señorita Malone? —le dijo la chófer, que abría las puertas para dejar que entrara.

— Perdona Luci. —Sonrió en forma de disculpa, subiendo.

Entró al trabajo sobre las 8 y media de la mañana, una cafetería en el barrio Queens, Nueva York. La llamaban "Coffee Cloud", muy conocida entre los habitantes del barrio. Allí se encontró con su mejor amiga, casi como una hermana, Rebeca. Desde pequeñas habían estado juntas, incluso trabajando en el mismo lugar.

— ¡Rebe! —sonrió ligeramente, corriendo a darle un gran abrazo, como si nunca se hubiesen visto.

— Pero nena, si me viste ayer. —Rió aceptando el abrazo, mientras se colocaba el uniforme de nuevo.

— Sí, pero ya te echaba de menos, ¿o acaso no puedo, eh?

— Claro que sí reina, pero dime que no sigues con Alexander... —la miró con ojos de cachorrito.

A Rebeca no le gustaba nada su novio, ya que, normalmente abusa de ella y tiene que venir al trabajo maquillada con sus heridas tapadas.

— No... es que... no me deja irme. —Suspiró, ella también quería irse de esa relación tóxica de dos largos años, llenos de dolor y golpes.

— Pues esta misma noche te vas. —Dijo limpiando mesas, mientras que la miraba como una madre a su hija, a pesar de que solo tenía dos años más que Emily—. Venga va, y te quedas en mi casa. Unas copas de vino y una salida lo solucionarán todo.

— ¡Vale! —respondió Emily sonriendo, a pesar de no estar tan convencida, mientras continuaba con las tareas de la cafetería.

Tras acabar la jornada, normalmente a las 8 y media de la noche, pues 12 horas seguidas para una miseria de paga, era lo normal.

Emily fue a casa, viendo a Alexander tumbado en el sofá, él tenía un trabajo mejor, con lo cual, descansaba por la tarde.

— ¿Por qué llegas tan tarde? —preguntó con una voz de dormido, un poco aguda.

— Porque siempre salgo a esta hora. —Le respondió seca.

— Pues prepárame la cena, haz algo. —Le ordenó.

Por parte de Emily no hubo respuesta, solo cogió su ropa y la colocó en una maleta para irse.

— ¿A dónde te crees que vas? —le preguntó Alexander entrando al cuarto.

Su mirada de rabia se hacía lugar en la habitación, daba miedo observarlo directamente a los ojos.

— Me voy.

— Ni lo sueñes. —Acortó el paso, mirando a Emily de forma agresiva, en sus ojos solo se encontraba rabia.

— Alex, déjame pasar. —Tras decir esto, el chico le soltó una bofetada, dejandole el cachete rojo.

Emily expresó su rabia con lágrimas, que caían sobre sus mejillas, una más roja que la otra.

— Te lo advertí.

Comenzó a golpear el cuerpo de la chica, agarrándola del cuello y pegándole en diversas zonas del cuerpo, sobre todo en la cara, partiéndole el labio. Cuando terminó de agredirla, Alex se colocó en pie agarrando a Emily

— ¿Ves lo que haces? ¡Tú eres la culpable de esto! —la empujó contra el suelo, dejándola en la puerta tirada.

Emily se sentía débil con tales palizas, tan solo pudo llorar y encoger su cuerpo allí en la entrada, a pesar de ello, pensó: O me voy ahora, o no me voy nunca.

Con esas palabras en la mente, se levantó como pudo, y dejando la maleta allí, corrió bajando las escaleras, no se sabe de dónde salieron esas fuerzas, pero corrió, y anda que si corrió, que en menos de dos minutos se encontraba en una de las plazas del barrio, estaba vacía pero habían varios hombres allí.

Emily

Observé a los chicos débilmente, iba a pedirles ayuda pero en cuanto me acerqué, oí un disparo. Sí, un disparo. Habían disparado a un hombre en frente de mí, acababa de ver un cadáver, y a los asesinos. Fui a esconderme pero ya era tarde, me habían visto.

— A-Ahm.. y-yo... p-porfav-...

Acto seguido, taparon mi cara con una especie de saco, sólo sentí que unas manos tacteaban mi cuerpo para subirme a una especie de camioneta, o eso intuía.

Se comenzó a mover el automóvil, mientras habían voces hablando en ruso, unas más agudas, y otras más graves. Una en particular daba las órdenes y los demás le contestaban.

No sabía nada de ruso pero por el tono pude averiguar más o menos quien era quien.

Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora