Capítulo 5

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Emily

Al despertar, me duché y me preparé para salir del cuarto. Escuché a Dimitry hablar en ruso, en un tono de enfado. Supuse que había pasado algo, así que simplemente entré captando la mirada de ambos.

— Buenas... —dije con tono tranquilizado.

— Hola. —me respondió Dimitry, observando cómo me miraba el otro hombre que hablaba con él—. Esas miradas, Ray. —le advirtió.

— Perdón, pero es que, no me dijiste que era tan hermosa... —sonrió este, yo me sonroje al escuchar tales palabras.

— G-Gracias... —agarré un vaso de agua, para bajar el calor de mis mejillas.

— De nada. —finalmente se levantó—. Bueno, Dimitry. Tan solo, espero que lo tengas en cuenta. —acto seguido se despidió de ambos bajando su sombrero, yo no entendí nada.

— ¿Qué ocurre? —pregunté, esperando respuesta.

— Nos atacan, la mafia italiana. —tragó un vaso de agua de golpe.

— ¿QUÉ? —volví a preguntar, asustada, dejé el vaso en la encimera.

— Lo que oyes. —se levantó de golpe para dirigirse a mi, en unos segundos estaba en frente, mirándome—. No te va a pasar nada, y no andes con esa ropa por casa. No me gusta que te vean así.

— ¿Celoso? —pregunté divertida.

— Sí. —Respondió serio, ahora acariciándome el cuello.

Por su tacto sentí como mis piernas temblaban, estaba de nuevo roja. Pasaba su mano por mi cuello, lo agarraba con fuerza y firmeza, pero no sentía daño.

A la misma vez, me acorraló contra la encimera. Me vigilaba desde su punto de vista, pero iba agachándose lentamente...

— He estado aguantándome para no hacer esto mucho tiempo. —Susurró en mi oído, sentía como me estremecía el cuerpo.

Besó mis labios de manera salvaje, aferrándome contra él. No podía estar gustándome a pesar de ser el hombre más sexy del planeta. Simplemente, me dejé llevar y le seguí el beso de la misma forma.

Sentí sus manos bajando de mi cuello al extremo de mi camisa, logró romperla de par en par, subiéndome a la encimera. Desde ahí, pude quitarle su camisa, acaricié cada parte de su torso, incluso lleno de cicatrices era sexy y robusto.

Él me susurraba que yo era muy sensual, nuestros cuerpos se fusionaron durante media hora, junto con besos llenos de pasión y lujuria,  fue algo corto sin embargo sentí frialdad por parte de él después del acto, sentía que solo había sido uno de esos momentos para él...

— Ha... Ha estado bien. —me atreví a decirle, subiendo a coger alguna ropa.

— Sí... pero no puede volver a pasar. —me respondió, sentí como una punzada en el pecho.

— ¿Qué? —pregunté un poco confusa.

— Que no puede volver a pasar. Yo no tengo líos con los miembros de Los Leones de Oro. Soy el jefe.

—¿Entonces para ti fue divertido, no? —me giré, se notaba mi ironía.

— Oye-...

— No, de oye nada. —le corté—. Sí que eres como yo pensaba...

— ¿Soy un bastardo? Sí, lo soy. Pero, no puedo hacer nada contra ello. —rió ligeramente, aunque parecía dolido también—. Pero evitemos que esto ocurra de nuevo. Vístete que hoy salimos.

— ¡Sí, me visto! —le grité—. ¡pero no me vuelvas a hablar, Dimitry! ¡Yo no acato tus órdenes!

— Que no dice... —susurró.

Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora