Capítulo 14

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Tres años más tarde...

Emily

Francia, Lyon. Es tan bonito despertarme todos los días en Francia. Otro día más a trabajar en mi pastelería: "Flowers, relax and café" sí, café en español. Me desperté con los pelos de loca como siempre, con la alarma del iPhone, dios como suena ese pitido. Pero, gracias a Dios no fue mi única alarma, ya que sentí algo moverse debajo de mis sábanas...

Era Oliver, otra vez, despertando a mamá. Oliver a pesar de tener tres años no controlaba mucho el habla aún, pero se le entendía. ¿Cómo ha crecido tanto? Bueno... tras mudarme a Francia e intentar encontrar trabajo hasta debajo de las piedras, pude trabajar de camarera con una barrigota enorme y el otro trabajo era en la cocina de un restaurante, pero solo me podía permitir mi piso con mi compañera Natasha.

Después de ahorrar un año pude comprarme mi pequeña pastelería, y la verdad es que el negocio va genial. Luego, el parto, eso no fue tan genial. Fue doloroso y estaba yo sola, sin nadie, bueno tenia a Natasha pero estaba en la habitación de espera comiéndose todas las chocolatinas de la máquina expendedora.

Sin embargo, he sabido manejar trabajo y familia de la mejor manera, ahora estamos en la cama donde tan solo, se tumbó encima de mi, y quejándome por su peso, nos unimos en un abrazo maternal. Daría mi vida por ese niño de ojos oscuros y pelo castaño, que se me hacía muy similar al padre en los rasgos faciales.

— Venga chavalín, al colegio. —Sonreí desviando mi mirada hacia el niño, que hizo caso al levantarse de la cama como pudo.

Observé a mi hijo unos momentos, recordando que el padre podría haber formado otra familia en estos años, con Elizabeth y, bueno, su hijo o hija. Mejor no pensemos en ello Em.

Me alisté con un vestido de flores rosa, y con peinado sencillo. Desde entonces usaba otro corte de pelo, más juvenil y divertido. Me coloqué las bailarinas y alisté a Oliver para ir al colegio. La mañana fue bien, hice par de pedidos y entregas, la pastelería había sido todo un éxito, quien diría que podría salir adelante después de lo ocurrido. Tras ensimismarme en mis pensamientos, noté el abrazo de alguien por detrás mientras limpiaba las mesas...

— Joshua... ¿cómo es que estás por aquí? —Pregunté al hombre que había conocido dos años atrás, y que por alguna razón estaba enamorado de mi.

— Vine a verte... ¿el pequeño Oli ya está en clase? —Se sentó en una de las sillas más cercanas, para charlar conmigo.

— Sí, está en clase... ¿tú qué tal? ¿Natasha ya te ha devuelto lo del divorcio?

— No, esa zorra egoísta no va a parar hasta quedarse con mi dinero. —Respondió con algo de recelo, y pensé: cómo dos personas que se han amado tanto llegan a odiarse, ¿curioso viniendo de mi, no?

— Bueno, espero que pronto se decida el juez. —Me distraje hablando en francés con otro cliente, había aprendido muy bien estos tres años—. Entonces, ¿quieres lo de siempre? —me giré para preguntarle a Joshua.

— Sí, y además quiero una cita contigo. Tienes que salir más, deja a Oli con Natasha.

— No quiero dejarla con mi compañera de piso, la última vez Oli acabó cenando pizza y jugando a videojuegos... ¡y tiene 3 años!

— Es un niño, es normal... —Intentaba convencerme, y cada vez lo hacía más—. Venga, nos lo pasaremos genial y te llevaré a un restaurante bonito. Invito yo.

— Vaaaaale, pero como le de pizza otra vez la mato.

— ¡Hecho! —Dió un pequeño salto de alegría, recogiendo lo que le había preparado: café con una galleta enorme—. Ahora sí que iré a trabajar contento.

— ¡Un contable contento! ¡qué bien! -Reí ligeramente, apresurando mi paso para llevar el pedido a otros clientes.


Dimitry

24 horas en una puta misión que no ha servido de nada. No hemos encontrado ni a los americanos de mierda, ni a los chinos. La puta mafia china de los cojones...

Menos mal he mandado a Clegg a que vaya de incógnito a encontrar a los chinos, que están en Francia seguramente haciendo sus negocios con arte robado del Louvre. Clegg y Paul están allí en camino, mientras que yo, no paro de trabajar. Robin me dijo que me tomara unas vacaciones, pero no quiero descansar, descansar hace que piense y pensar hace que ella venga a mi mente. Y ya han pasado 3 putos años, casi 4... y  no puedo... no puedo distraerme. No ahora. No cuando estoy tan cerca de cargarme a los italianos que tantas amenazas nos han mandado.

Mientras tanto Clegg y Paul cantaban al ritmo de la música francesa. Disfrutaron del viaje sin Dimitry e Ivanov, que se quedaron en Londres arreglando unos asuntos...

Antes de llegar al almacén a cargarse a los chinos, pasaron por una cafetería para tomarse algo, sin saber que se encontrarían allí al pasado de su jefe: Emily Malone, empleada, cambiada, con un delantal y su cabello recogido en un moño, con ojeras pero feliz.

Era ella, eran esos ojos tan reconocibles. Sin tardar, salieron de la cafetería enseguida para evitar ser reconocidos y escondiéndose en el callejón de al lado, Clegg llamó al jefe.

— Espero que sea por una buena causa, Clegg. —Dijo al otro lado de la línea.

— Jefe, la hemos encontrado.

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Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora