Día 6

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Día 6: Secreto

"No hace falta aclarar qué tan importantes son los secretos de los magos. Los secretos de alguien con magia no son iguales a los secretos de las otras personas"

Sirius caminaba de un lado al otro del cuarto, con la vista puesta en el suelo, y las palmas sudadas por los nervios. James había intentado convencerlo de salir y lanzarle un hechizo zancadilla a alguien para relajarse, pero él sacudió la cabeza y lo mandó afuera con Peter, que se ofrecía a usar el hechizo en su lugar.

Estaba preocupado. El regalo de ese día, por obvias razones, no fue consultado con Lily.

En cuanto Remus revisó el paquete en su cama, abrió los ojos de sobremanera y huyó al baño.

No se había pasado, ¿cierto?

No era malo.

No fue malo.

¡No pudo ser malo!

Sirius era consciente de que existían delgados límites, y aunque le gustaba cruzarlos con frecuencia, estaba casi seguro de haberlo hecho bien. Tuvo que ser una buena elección. ¿Podría haberse equivocado?

Desde que habló con Regulus sobre el cortejo de doce regalos, temía que no sabría qué hacer con el día de "regalo secreto". No era una temática fácil. Si elegía algo demasiado relacionado a sí mismo, Remus saldría de ese baño preguntándole directamente por qué le enviaba regalos y lo cortejaba, y Sirius entraría en crisis y preferiría saltar por la ventana que responder. Si lo que le regaló no fue lo bastante bueno, no llamaría la atención de Remus.

Pero fue bueno, se repetía. Tuvo que haber sido bueno.

Sirius lo había guardado durante años. No sabría qué hacer sino le gustaba.

Mientras Sirius contenía el impulso de arrancar las cortinas del dosel, enrollarse en ellas y arrojarse a la chimenea de la Sala Común, en el baño, Remus había presionado la espalda contra la pared y se había deslizado hasta el suelo, casi sin darse cuenta.

En una mano, sostenía un brazalete fino con un pequeño medallón rectangular de oro. En la otra, la nota. Era la primera vez que recibía un trozo de pergamino con tantas palabras, desde que comenzó aquel extraño juego de regalos.

Y debía ser la cuarta o quinta vez que lo releía.

"Este brazalete se llama esclava. No tiene ninguna maldición, lo juro. Realmente no tiene mucho que ver con su nombre, ignora eso. Yo no le puse ese nombre, fue algún loco.

Las esclavas son usadas en mi familia como símbolo de compromiso y fidelidad. Generalmente. Cuando hay un nuevo miembro en la familia, se le coloca una esclava adaptable con un hechizo que la vuelve invisible. Es una forma de darles la bienvenida al mundo y decirles que tienen un hogar.

Esta es la que me pusieron a mí cuando nací.

Quiero que tú la tengas. Esa es tu bienvenida a mi mundo, si me quieres.

Y digamos que es mi forma de decirte que podrías encontrar un hogar en mí"

Incluso cuando se la colocó, porque se "desvanecía" al contacto con su piel, Sirius no tenía forma de saber si la usaba, sin preguntarle y delatarse completamente.

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