Día 12

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Día 12: Mágico/Hecho a mano

La cita fue a las once de la noche, en opinión de Remus, para aumentar la tensión y el drama. Sería muy propio de esa persona.

Peter se quedó en la Sala Común para actuar en caso de "emergencia". En otras palabras, estaba tirado en uno de los sillones, listo para salir corriendo si James le enviaba un patronus y le decía que había que ayudar a Remus. El mismo James insistió en acompañarlo y mantenerse cerca, pero a mitad de camino, se detuvo.

Tenía el Mapa del Merodeador en las manos. Se retiró los lentes, los limpió con magia, se los colocó de nuevo, y comprobó el mapa. Luego se giró hacia Remus y lo observó como si jamás lo hubiese hecho.

—Creo que puedes seguir tú solo, moony —informó, sus labios temblando en una sonrisa emocionada que quería formarse, pero James se esforzaba por contener.

Huyó por donde llegaron, con el mapa todavía en las manos. Remus se dijo que no tenía nada de extraño. Era James siendo James. Él siguió moviéndose hacia el comedor.

Esa persona se había lúcido para la última noche. Las velas del Gran Comedor, que debieron estar apagadas después de que los estudiantes estaban en sus camas, se encontraban encendidas. Las puertas se abrieron para Remus, permitiéndole el acceso a un mundo de velas flotantes y largas mesas desiertas, y volverían a cerrarse a su espalda.

Sirius estaba sentado en la mesa que usaban los profesores. Uno de sus pies colgaba, el otro se balanceaba en el aire, y sostenía un paquete envuelto en papel marrón en una mano. Miraba el piso, en lugar de la entrada.

Remus sonrió y caminó hacia él. Incluso cuando hizo que sus pasos sonasen en el vacío comedor, Sirius no lo observó, así que llegó a su lado y se sentó sobre el borde de la mesa también.

Estuvieron un momento en un tranquilo silencio, Sirius contemplando el regalo en sus manos, Remus las velas flotantes en el aire.

Se le ocurrió que estaba teniendo un fallo en su "valor Gryffindor", y después de lo sucedido los últimos días, decidió que él podía comenzar, así que abrió la boca para hablar. En ese preciso momento, Sirius había girado y también se preparó para decirle algo, por lo que sus palabras se mezclaron y ninguno entendió lo que quería decir el otro.

Se observaron, igual de aturdidos. Luego Sirius sonrió, Remus soltó un bufido, y al instante, los dos se reían.

—¿Por qué no estás sorprendido? —Sirius protestó, entrechocando sus hombros—. Cuando me imaginé esto, ibas a poner una cara de "wow" y me dirías "Sirius, no sabía que todo este tiempo, tú…"

—Me mandaste un collar de perro-humano punk —replicó Remus, devolviéndole el débil empujón—, ¿a quién conozco que pueda identificarse con eso? Y aunque conociera a alguien más, ¿esa persona podría enviarme doce regalos complicados, sin que ustedes tres lo descubrieran? E incluso si ambas cosas fuesen posibles, James tenía escrito "esa persona es Sirius" esta noche viendo el mapa.

Sirius se quedó boquiabierto, lo que le dio más risa. Remus extendió el brazo y rozó su mano con los dedos.

—Aun así, lo aprecio —susurró—, me ha-

No tuvo oportunidad de decir nada más. Sirius se inclinó hacia adelante, redujo la escasa distancia que aún los separaba, y lo besó.

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