Día 10

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Día 10: Algo que represente a la persona que lo da

"¿Crees que es difícil conocer a otra persona? Es más difícil dejar que te conozcan. Pon a esa persona que quieres en el borde de tu mente y permítele echar un vistazo dentro. A las cosas buenas tanto como a las cosas malas"

Severus estaba atónito, con los ojos puestos en el gato tamaño real de un material que no podía identificar.

Se había movido. Se aseguró de no apartar la mirada ni por un instante, hasta que volvió a moverse. Esa vez, fue acompañado con un maullido.

Severus se echó hacia atrás en el asiento. Lily, a su lado, se inclinó hacia adelante.

—¿Acaba de…?

—Sí —Ella asintió.

Entonces el gato cobró vida por completo. Se sacudió, se paró en sus cuatro patas, y la cola quedó alzada detrás de su cuerpo. Maúllo otra vez.

—¿Es una estatua que se mueve o la consciencia de un gato en una estatua? —Severus continuó quieto, incluso cuando el felino saltó sobre su regazo e intentó sujetarse de su ropa con las garras de las patas delanteras.

—Me parece que es una estatua con consciencia —respondió ella, pensativa. Regulus no le había aclarado ese punto.

Severus sujetó al gato por el lomo, comprobó que su pelaje se sentía real, y lo colocó en la mesa. Como si este hubiese entendido algún mensaje, regresó a su forma de estatua, sentado y con la cola enroscada alrededor de uno de sus costados, cubriéndole las patas.

Al ver que no se movía, Severus vaciló y acercó la mano a la estatua. Tocó su cabeza y la deslizó hacia un lado. El gato volvió a la vida para frotar la cabeza contra su palma. Se le escapó un feliz maullido.

—Bueno —Lily sonrió y dijo lo mismo que se le ocurrió cuando escuchó a Regulus hablar del regalo de ese día:—, siempre te ha parecido que estás muy solo en casa por el verano, ¿no?

—A mi padre no le gustaban los animales —contestó Severus, por reflejo. Ni siquiera sonaba frustrado o molesto, sólo con el tono plano de alguien que repite una frase que oyó mil veces.

Lily resopló.

—A tu padre no le gustaba nada —Se estiró para tocar la cabeza del gato, que la observó con cautela, y luego se dejó acariciar—, pero qué suerte que ahora no está, ¿verdad?

Cuando Severus no hizo más que limitarse a observarlo, el gato se apartó de Lily y caminó hacia el borde de la mesa. Severus lo recogió con ambas manos y lo puso frente a su rostro.

Tenía los ojos grises. Un bonito tono de gris. Seguramente intencional.

De pronto, el gato estiró una pata y la presionó contra su nariz. Como no hubo reacción, volvió a hacerlo, y ya que nada sucedió, comenzó a jugar poniendo sus patas por toda la cara de Severus.

Lily se esforzaba por contener la risa, pero se le escapaban algunos bufidos y sus hombros se sacudían.

—¿Ves? Te quiere —señaló, enternecida.

El gatito maullaba, jugando con Severus, sin que le importase no tener las patas en el suelo o estar siendo examinado con ojo crítico.

Severus se tomó un momento para imaginar a esa cosita maullando en casa por el verano. Y decidió que estaba bien. Primero, fueron demasiados gritos. Luego un largo silencio. Oír suaves maullidos podría ser un buen cambio.

Durante el resto del día, Severus fue perseguido por un gatito, y atrajo las miradas curiosas de varios estudiantes. Algunos hablarían después de cómo el gato arañó la pierna de James Potter al encontrárselo en el comedor. Lily fue la que más se rio.

0—

Remus tenía la misma expresión que adoptaba en las clases más complicadas de Aritmancia, mientras examinaba su regalo del día.

Había tres personas paradas detrás de él.

—Eso es un collar de perro, ¿verdad? —murmuró Peter.

—Creo que…—James vaciló—. Parece para un humano, ¿no?

—¿Un collar de perro para humanos?

—Nunca he visto un perro al que le pongan pinchos.

—Podría ser que el dueño del perro es un punk. O algo como…

—Sirius —James se dirigió a su mejor amigo—, ¿has visto un perro punk?

—¿Sirius no es un perro punk en su forma animaga? —mencionó Peter.

—Nunca le he puesto pinchos a pads cuando está como…

Remus los ignoró y tocó el collar. El cuero era de buena calidad, los pinchos no lastimarían sus dedos, y había un espacio vacío en la placa, que se iluminó al contacto con su índice.

Decidió que le gustaba.

Le hacía pensar en cierta persona.

—¿Pero vas a usarlo? —Peter se inclinó sobre uno de sus hombros—. ¿Es para usarlo?

—No creo que la idea sea usarlo —James se inclinó sobre su otro hombro, mientras se acomodaba los lentes—. El día de hoy corresponde a algo que represente a la persona que da los regalos, así que supongo que es como una pista para, ya saben, identificarlo.

—¿Conoces a alguien que se identifique con un collar punk de perro, aparte de Sirius? —Peter giró el rostro hacia Remus.

Remus sonrió y no respondió. Detrás de él, Sirius también sonrió.

Sirius Black estaba bastante seguro de que su identidad seguía siendo un misterio.

CortejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora