~ఌ︎ 𝙲𝚑𝚒𝚋𝚒𝚣𝚊𝚒.

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—Por alguna extraña razón, Dazai-san se convirtió en un bebé. Así que nos preguntábamos si la Port Mafia podía ayudar.

Y ahí estaba Atsushi, poniendo su mejor sonrisa de súplica mientas cargaba a un pequeño castaño que saludaba con la manga de la gabardina gigante que aún tenía puesta.

Quizás ir directamente con un ejecutivo de la Port Mafia era demasiado confianzudo. Aunque, era cierto que Nakahara Chuuya lo conocía mejor que nadie debido a sus años de adolescencia juntos.

—Lo que sea, no me importa. No dejes que me toque. —respondió este despreocupado y dándose la vuelta. No complicaría más los días cuidando de un mocoso, ¡Y menos si ese mocoso era Dazai!

O eso creyó, ya que unas manitas se aferraron a su saco, obligándolo a detenerse.

Solo miró un momento los grandes orbes castaños cuando se percató que lo estaba cargando en sus manos y un apresurado Atsushi huía, digo, salía de allí agitando su mano.

—Entonces, cuento con Chuuya-san. ¡Cómo es usual, muchas gracias!

¿Eh?

—¡¡¡Por el infierno, vuelve aquí!!!

Día 1:

—Intenta decir Chuuya, C-H-U-U-Y-A. —le enseñaba el pelirrojo agachado para quedar a su altura, algo bueno había sacado de todo aquello: había conseguido ser más alto que Dazai.

—Chu... chuu.

Chuuya le animó a que finalizase la frase, al parecer, desde niño era inteligen-

—¡¡Shortie*!!

Sí, igual de gilipollas.

—Cocínalo.

—Chuuya-san, no comemos niños. —se negó Hirotsu antes de que el pelirrojo cambiase su dieta alimenticia

|•|N/A: *Shortie, persona que es más pequeña que el promedio|•|

Día 2:

—¡Prepárense, idiotas! ¡Hoy los enviaré a todos a sus tumbas!

Se sentía genial. Demostrando ser el ejecutivo de la Port Mafia respetable que era, ese porte, ese carisma, esa decisión, ese Dazai en miniatura subido en sus hombros.

AGUANTAH.

—Dios, les dije que lo vigilaran ¿Qué están haciendo? —murmuró un Chuuya con el ego roto, pasándole el pequeño a Tachihara. Debía tratar de defender el poco orgullo que le quedaba. Se giró sonrojado. Se aclaró la garganta—. L-lo siento, ¿Podemos empezar de nuevo?

El enemigo sentía vergüenza ajena.

—¡¡¡T-tomate tu tiempo!!!

Y ahí se terminó de romper su orgullo como mafioso.

Día 3:

—Chuu Chuu... Chuu Chuu. —balbuceaba Dazai alzando los brazos hacia Chuuya.

—¿Qué es esta vez? Eres tan molesto. Y no me llames Chuu Chuu.

—Te amo.

Silencio.

—¡Eso no me hace feliz!

Okey, sí estaba un poco feliz.









𝓟𝓲𝓮𝓬𝓮𝓼 |ꨄ︎| 𝐒𝐨𝐮𝐤𝐨𝐤𝐮 |ꨄ︎|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora