~ Fase 12 ~

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Fuego Cruzado


La azabache caminaba rápido por los pasillos, dando órdenes a las sirvientas para poner la sala en orden y lista para recibir visitas, las mujeres iban de un lado a otro, pero la pilar se apresuró hasta la entrada donde observó al varón, recostado en el marco de la puerta con su usual ceño fruncido

Pero como siempre, la dulce Kanae no le importó, le saludó y lo invitó a pasar.

Lo llevó en la sala donde se reciben los invitados; un espacio amplio con una mesa circular, todo limpio con la decoración necesaria y la privacidad que se espera en ese tipo de lugar

La cazadora se había olvidado todo; centrada únicamente en su visitante con cara de pocos amigos, se dio la libertad de hablar de todo un poco, hasta que un sonido la hizo mirar a sus espaldas

Se trataba de una sirvienta, diciéndole que había una confusión en la cocina y necesitaban de su presencia.

Hizo una mueca —¿Tiene que ser ahora? —La sirvienta asintió, sin dejar a Kocho otra opción más que disculparse con el chico y salir de la habitación.

Sanemi aprovechó la soledad, sacó la bolsa de tela que llevaba oculta entre sus cosas, él no acostumbraba a dar regalos.

Si fuera otra persona simplemente se lo tiraría en la cara y ya está, pero el asunto se traba de Kanae, alguien importante para él (Aunque no lo demostrara)

Observó su regalo, como si anhelara que la tela celeste le susurrara algún consejo.

Captó el sonido de la puerta deslizándose, gracias a sus reflejos logró ocultar su obsequio debajo de la mesa antes de que otro lo viera.

—¿Hermana? —Shinobu se quedó parada, observando a su desagradable visitante que tenía su mirada fija en ella, no lograba descifrar su mirada, el cazador siempre había odiado no saber en qué pensaba esa mocosa

—Lo lamento, no imaginé que estarías aquí... —Tentada a expulsar sus dardos venenosos la joven prefirió morderse la lengua para no hacer enojar al pilar y consiguiente, quedar de malas con su hermana.

Una gesto de un torcido deleite al percatarse que los ojos del albino se habían posado en lo que llevaba en brazos, como si el mundo le diera la oportunidad de divertirse un poco

—¿Por qué las miras tanto si no son para ti? —Sanemi soltó un gruñido, apretando sus puños para no arremeter contra la azabache que por desgracia compartía lazos de sangre con Kanae.

—¿Sabes dónde está? —Sonrió, complacida por la ira y curiosidad que emanaban de la mirada del contrario —,es un lindo detalle y me gustaría que lo viera lo más pronto posible

—Le compraste flores a tu hermana —soltó con ironía, tomando la taza de té que le habían ofrecido —, que lindo, yo creía que solo servías para molestarle la existencia

Una vena de marcó en la frente de Shinobu, pero mantuvo su sonrisa

—¿De que hablas? Yo no le compré estas flores, se las envió otra persona...

La miró de reojo, incapaz de decir algo que no sean groserías.

—¿Qué? ¿No sabías que existen hombres que sí saben apreciar a una buena chica cuando la ven?

—¿Quién se las envió? —Soltó éste, en un hilo de voz apenas aguantando sus ganas de destrozar el lugar

—Eso no te incumbe —hizo una pausa en cada palabra, dando media vuelta para retirarse de allí.

○✧ 𝒥𝓊𝑔𝒶𝒹𝒶 ℰ𝓃𝒸𝓊𝒷𝒾𝑒𝓇𝓉𝒶 ✧○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora