~ Fase 24 ~

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・゚❈ 𝚄𝚗𝚊 𝚜𝚎𝚖𝚊𝚗𝚊 ❈・゚


El cielo estaba despejado, era un día tranquilo y el sol brillaba con intensidad, la suave brisa les daba un pequeño refrigerio en medio del calor abrasador.

Los pilares caminaban de dos en dos, Kanae llevaba la delantera con el rubio a su lado, para molestia suya, el albino y el azabache iban a la par detrás de los primeros.

Sanemi maldecía en su interior, pero el azabache ni enterado de las muecas de rabia que hacía el otro.

Ese día por fin, los cazadores dejaron la pequeña casa, la señora les despidió, agradecida por hacerle compañía unos días y por ayudarla en su huerto, claro que no desperdició la oportunidad de invitarlos.

Llevaban horas caminando, todos sabían que el camino sería largo, aún así, una charla entre compañeros no caería mal.

Sin embargo, en aquellas circunstancias eso sería casi imposible, al menos así lo pensaba la fémina que veía de reojo al dúo a sus espaldas.

Miró al chico que estaba a su lado, se veía más sonriente que de costumbre, sus memorias la llevaron hacia aquella noche, todavía no terminaba de procesar aquella confesión pero sabía que él no era de los que jugaban con eso.

Éste notó la mirada sobre su persona, una sonrisa de medio lado y un rápido guiño de ojos en un atrevido juego que hizo que la joven apartara la mirada.

Ella sonrió, pero cambió su semblante a uno serio teniendo en cuenta que su pareja estaba tras de sí.

Nadie sabía cuánto tiempo duraron de camino, hasta que notaron unas alas negras sobre el amplio firmamento.

Aquella ave se posicionó en el hombro de Tomioka, era su mensajero.

—¡Al noroeste! —exclamaba volviendo a tomar el vuelo, el azabache asintió, dio una rápida despedida y se adelantó, siendo perseguido por las miradas de sus compañeros hasta que se perdió en la distancia.

—Deberíamos correr también.

—No es recomendable —manifestó Kyojuro

—Ni lo pienses —habló el albino

Los varones se observaron, el chico con cicatrices tenía un tic en el ojo de la rabia, habían hablado a la vez, haciendo reír a la chica.

—No podemos confiarnos, todavía no sabemos si estás del todo recuperada —volvió a decir el rubio —,es mejor evitar lo peor.

—Ya les dije que estoy mejor —aclaró ella entre risas

—No quiero verte en ese estado otra vez —murmuró el rubio, de la nada el albino se adelantó y caminaba junto a ellos.

Eso no era bueno, el ambiente se volvió tenso, como la paz antes de la tormenta.

Pronto descubrió la razón de aquella ira almacenada, el calor que sentía en su espalda provenía de la mano de Rengoku, no le dio tiempo de decirle nada cuando sintió cómo su pareja la tomó del hombro y la acercó a él.

—Puedo cuidar de ella, tú eres un estorbo —expresó, el otro solo arqueó una ceja, sin dejar su sonrisa.

—¡Opino lo contrario!

—No me interesa, lárgate —La chica esbozó una sonrisa nerviosa, se interpuso entre los chicos para evitar que aquello se volviera una masacre

○✧ 𝒥𝓊𝑔𝒶𝒹𝒶 ℰ𝓃𝒸𝓊𝒷𝒾𝑒𝓇𝓉𝒶 ✧○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora