CLOSET

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El despertador del celular me saco de mi sueño, bostece estirándome como suelo hacer cada mañana, abrí los ojos lentamente viendo el conocido techo de una habitación de hotel. La noche anterior la chef Laura me pidió que me quedara el siguiente turno ya que tenía mucha deficiencia de personal, no me pude negar.

Salí tarde y agotado, la idea de agarrar el transporte de la media noche para llegar a casa a la una de la mañana no me hacía gracia, mucho menos considerando lo peligroso de la zona a esa hora, sin más remedio me quedé a dormir en una de las habitaciones de empleados. Apenas eran las seis de la mañana y ya sentía que estaba retrasado, me levante de la cama a duras penas, las horas extras del día anterior pasaban factura pues cinco horas de sueño no eran suficiente para mí.

Me quite las gomas protectoras de mis colmillos y las deposite sobre la mesa de noche.

- Bendito sea el que invento estas cosas

Recuerdo cuando mis colmillos empezaron a crecer a principios de mi adolescencia, rompí innumerables sabanas y fundas de almohadas, cuando crecieron lo suficiente mi madre me regalo un par de protectores, mi primer par. Estaba muy feliz porque me sentía ya como si fuese un macho adulto, eran de color rojo obscuro pero brillante, cada vez que me los ponía para dormir parecía que tuviera cerezas en los colmillos y eso me hacía bastante gracia.

- Aquellos tiempos -suspiré- supongo que vendrán tiempos mejores

La semana paso literalmente volando, en un abrir y cerrar de ojos ya era sábado por la mañana, afortunadamente ninguno de esos días volví a toparme a Renzo, aunque de vez en cuando percibo su característico aroma cuando camino por uno que otro sitio haciéndome recordar lo sucedido en las duchas. Otra cosa que resaltar es que hubo otro intento de saboteo, de hecho dos, uno a otro plato VIP de Lisa y uno personal mío también VIP.

Por suerte nos dimos cuenta y pudimos enmendar el saboteo antes de que llegara a los clientes, la chef Laura solo gruñó por lo bajo cuando le informamos y se dio la vuelta sin decir más, sinceramente aterrador. Ese día se comportó algo insoportable en la cocina, más o menos del tipo inquisidor, analizando y destruyendo a quien cometiera errores

Mis planes del gimnasio tampoco resultaron bien, para evitar futuras incursiones del lobo contra mi tome la decisión de no ir más, dado que no tengo uno cerca de casa para ir eso me deja en mi posición inicial. Es decir un jabalí gordo y sedentario, al menos hasta que Renzo termine lo que vino a hacer aquí y se valla.

No perdí más tiempo divagando en mi mente, me metí a baño a hacer lo que tenía que hacer y en cuestión de media hora ya estaba saliendo de la habitación trazando un rumbo en mi mente.

- La cocina debe estar preparándose para abrir -me dije a mi mismo- el transporte sale en quince minutos, supongo que me da tiempo

Camine hasta la oficina de empleados donde deje las llaves de la habitación, retome mi camino hasta la cocina donde ya el personal de turno se preparaba para abrir. Saludé algunos rostros conocidos y me dirigí hasta un pequeño refrigerador, lo abrí y me di cuenta que estaba tal cual lo había dejado la noche anterior.

Sonreí un poco para mi mientras sacaba una gran bolsa de plástico gruesa, empecé a tomar ingrediente por ingrediente. Comencé a olfatearlos corroborando que no estuvieran malos o a punto de entrar en descomposición, de nada me serviría llevarme ingredientes que estuviese malos o a puntos de dañarse.

Continúe haciendo esto seleccionando solo los buenos, algunas verduras como yucas y ahuyamas, unos proteicos como pedazos de carne y pollo, de los mariscos no me fie mucho así que los deje. Al poco tiempo había llenado la mitad de la bolsa y sin más que pudiera tomar cerré el refrigerador para caminar rumbo a la salida.

Recetario JabalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora