ENTREGA

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Abrí la puerta de la casa invitando a la ardilla pasar, tome las bolas que momentáneamente deje en el suelo y entre cerrando la puerta con mi pie suavemente.

- ¿Estás seguro de que funcionara esa idea tuya? -Lisa- contener esa base en algo tan pequeño es muy complicado

- Es por eso que haremos estas pruebas -puse la bolsa en el piso mientras sacaba el celular- Renzo debería estar llegando, le dije a las ocho

- Oye te quería preguntar algo que me tiene algo inquieta -se puso frente a mí- ¿Hay algo entre tú y Renzo?

- Define ese algo -la miré-

- Amigos íntimos, sexo, coqueteo, novios -caminó a la cocina- me parece sospechoso que dejes entrar a un macho así no más a tu vida, si acaso Jack y porque ambos tienen bastante bien definidos sus límites y papeles sin ir más allá

- Renzo es -lo pensé un poco- un amigo, sin derecho a algo más supongo

- ¿Supones? -giró a verme otra vez-

La mirada acusadora de Lisa no era normal en ese momento, ella sabía que algo no estaba bien en mi relación amistosa con ese lobo. Solté un fuerte suspiró agachando la cabeza, camine al sofá de forma perezosa y tome asiento.

- Siéntate -señalé un puesto a mi lado- debería ponerte al día

Pasaron unos quince minutos en los cuales le explique de forma detallada y sin censura cada roce que tuve con el lobo desde que lo conocí, en más de una ocasión tuve que calmarla para que pudiera seguir escuchando hasta el final. Se notaban las ganas de Lisa de salir a buscar al lobo y caerlo a golpes pero conforme avanzaba en mi historia se dio cuenta que efectivamente el lobo había cambiado, sin embargo al igual que yo la presencia de la loba era algo que no le cuadraba del todo.

No pudimos seguir nuestra conversación pues la puerta principal sonó, Renzo había llegado un poco tarde disculpándose, se había detenido a comprar algo de desayunar para todos y había problemas para pasar la tarjeta. Mi abuela llego justo en ese momento, se había despertado por el ruido en la sala.

Aprovechamos que todos estábamos y nos pusimos a desayunar con relativa armonía, digo relativa por que podía ver las miradas fugaces y asesinas que la ardilla le tiraba al pobre lobo. El pobre lobo no tardó en darse cuenta del porqué de la hostilidad de la ardilla limitándose a bajar las orejas en señal de vergüenza.

Dimos inicio a nuestra jornada de pruebas, como necesitábamos ir rápido para ir corrigiendo y perfeccionando cocinamos proporciones bastante pequeñas que solo tomaban una hora. Las primeras versiones fueron un completo desastre que no pasaban desapercibidas por los catadores, aun así se los comieron gustosamente, a medida que repetíamos y hacíamos ajuste los platos fueron tomando relativa forma y sabor, sin embargo no era suficiente.

En ese momento me di cuenta que este probablemente sería el plato más importante de mi vida, un plato que de ser lo suficientemente bueno pudiera brindarme un futuro como el lobo me había mencionado. Una emoción emergió en mi corazón pues no estaba cocinando para sobrevivir el presente esta vez, sino para asegurarme un mejor futuro.

Pasaron los días, Lisa y yo religiosamente nos reunimos en mi casa refinando nuestros platos, el lobo fielmente nos acompañó deleitándose con cada plato que aunque para nosotros era un fracaso tras otro en los conseguía suculentos. Era jueves, casi medio día, ya para entonces Lisa con mi ayuda había logrado pulir su plato, la aprobación de mi abuela y Renzo fueron instantáneas al igual que el mío, sin embargo no estaba del todo seguro.

Tome algunas notas finales en mi recetario y lo guarde en mi bolso antes de partir al trabajo, ese día al finalizar el turno algunos chefs nos quedaríamos a cocinarle a Laura nuestra propuesta para la cumbre. Nos fuimos en el auto de Renzo como se nos hizo costumbre esos días, en el tanto Lisa como Renzo me decían que mi receta estaba perfecta y que seguro conseguiría llamar la atención, todo lo que tenía que hacer era creer en mí mismo.

Recetario JabalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora