PARADISE

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Miré la hora en mi celular, ya era un poco más de la media noche, di un rápido vistazo al lugar, todo estaba vacío justo como a mí me gustaba. Caminé entre las elegantes mesas que eran iluminadas por una tenue luz señal de que el restaurante ya estaba cerrado.

Deposité mi delantal en una de las sillas y me senté en otra dando un fuerte suspiró.

- Al fin tu y yo solos

Coloqué un cuaderno en la mesa y admiré su portada, no podía evitar sonreír al verlo, mi abuela me lo había comprado hace un año y medio cuando estaba en el centro de la cuidad, dijo que al verlo no pudo evitar pensar que era para mí y me lo compro como regalo de haber conseguido un mejor trabajo.

Lo admiré de nuevo, recubrimiento de cuero vino tinto con un gran símbolo que cubría toda su portada, un símbolo dorado que representaba al jabalí, nuestra especie.

- Este plato quedara registrado para la posteridad

Abrí el cuaderno y avance algunas páginas hasta llegar a una en blanco, tome un bolígrafo de mi camisa y lo dirigí a la parte superior de la hoja, anote la fecha y el nombre del plato como de costumbre, enumere los ingredientes que había usado en esa ocasión y el método de preparación empleado. Recuerdo como entregué el plato al mesonero, me desprendí por un minuto de mi estación para ver por una de las ventanas de la gran puerta doble como llegaba a su destino, una joven pareja de rottweileres que hablaban tranquilamente.

Recuerdo como la hembra al dar el primer bocado al pescado al ajillo que le había preparado se quedó quieta unos segundos, mastico lentamente intentando degustar y luego trago delicadamente. Bajo su mirada al plato viéndolo con curiosidad y sonrió para llevar de nuevo su tenedor a este y tomar otra delicada porción, a los segundos su pareja se sumó a la degustación con igual entusiasmo, si tenía esa reacción entonces mi pequeño experimento había sido un éxito.

Cerré mi cuaderno suspirando satisfactoriamente, el trabajo como asistente de cocina en este prestigioso hotel me había abierto las puertas a un nuevo mundo de posibilidades de mejoramiento profesional y no lo iba a desaprovechar. Se podía decir que a mis veinte años estaba en un puesto bastante privilegiado a diferencia de otros que a sus casi cuarenta estaban estancados en el mismo puesto que yo.

- Buenas noches

Una voz me saco de mis pensamientos para hacerme ver hacia su fuente, un joven de blanco pelaje estaba parado frente a la mesa viéndome, vestía una camisa simple de color rojo y un jean azul bastante corriente, seguro era un huésped perdido.

- Buenas noches -respondí- disculpé joven, la cocina ya está cerrada

El rostro del joven pareció sorprenderse y miro a todos lados verificando que no había más nadie en el inmenso salón.

- Oh valla -apuntó hacia atrás- la puerta estaba abierta y pensé que seguía abierto, acabo de llegar al hotel y moría de hambre

- Es extraño, el supervisor ya la había cerrado, si tiene hambre puede pedir servicio al cuarto, hay una cocina en servicio las veinticuatro horas del día solo para eso

- ¿Enserio? -se rió nervioso- es que aún no nos asignan una habitación, parece que hay un problema en recepción -me miró con las orejas bajas- ¿No hay posibilidad de que haya quedado algo que comer?, yo te lo pago claro

A parte de que estaba exhausto por el largo día en la cocina ahora tenía que tratar con un huésped hambriento, no podía correrlo, se vería mal y podría traerme consecuencias. Volví a mirar el rostro del joven que parecía un cachorro suplicando por comida, su cola se agitaba atrás de él con cierta ternura que no pude ignorar.

Recetario JabalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora