HERIDAS

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Lunes en la noche, había terminado mi turno, ya me había bañado y caminaba perezosamente por un corredor rumbo al transporte nocturno, en mi mente visualizaba todo lo que haría en la semana, lo mismo que todas las anteriores. Sin embargo ahora hay una variable, una pequeña diferencia que me atormentaría cada vez que podría, esa variable era un lobo blanco ilusionado atrás de mi porque le di una segunda oportunidad.

De alguna forma consiguió mi número, pudo haber sido Lisa, mi abuela, o un compañero de trabajo, el punto es que lo había conseguido y me enviaba un mensaje a cada rato preguntándome como estaba y que hacía. Casualmente el tono de mensaje de mi teléfono sonó, lo saque de mi bolsillo y para mí no sorpresa era otro mensaje de él preguntándome si quería que me llevara a casa.

- Muy agradecido señor Renzo pero para eso tengo el transporte -susurré mientras escribía-

- Lamento informarte que el transporte salió hace unos tres minutos mi estimado jabalí

Subí mi vista y me topé con la mirada de un blanco lobo recostado en una pared cerca de la puerta de salida, este solo me miraba con una sonrisa mientras su cola se meneaba suavemente tras él. Apunté mi vista a la hora del celular y para mi desgracia el lobo tenía razón, el transporte había salido hace más o menos tres minutos y ni cuenta me di.

- No te vi en los transportes, supuse que harías sobretiempo o que te habías distraído en la cocina retrasándote, de otro modo no te hubiese enviado ese mensaje -se acercó a mí un poco-

- Bendito sea Dios -suspiré-

- ¿Entonces? -alzó una ceja-

De verdad quería dormir en mi casa esta noche, en mi propia cama y no la del hotel, por mi descuido debería esperar cuatro horas hasta el siguiente transporte o pasar la noche allí. Mire al lobo que parecía casi suplicante porque le diera el gusto, no me quedo de otra que dárselo esta vez.

Ya han pasado unos diez minutos desde que dejamos el hotel, estábamos entrando a la ciudad, en todo el camino el lobo no dejaba de preguntarme cosas, que iban de las cosas más sencillas como mi color, música y comida favorita hasta otras un tanto más complejas y delicadas que cortaba apenas podía.

- ¿Quieres ir a comer algo? -preguntó-

- No -respondí- mi abuela seguro me tiene la cena preparada como cada noche

- Es una gran hembra tu abuela, se nota que te ama mucho

- No tienes idea de cuánto, por eso no quise echarte a patadas de la casa ayer cuando apareciste, por respeto a ella

- ¡Oye oye! - me miró indignado- no fue mi culpa, no sabía que vivías allí

- Claro, como que no sabías que Lisa era mi novia falsa y que ese amigo donde iba podía ser yo -devolví la mirada-

- Pequeños detalles -rió- cambiando de tema ¿Has tenido novio?

- ¿Para qué quieres saberlo? -miré por la ventana-

- Es una simple pregunta

- Unos cuantos, lo normal diría yo

- ¿Y de que especie fue tu última pareja? -continuó-

- Un león

- Ouch, eso no termino bien ¿Verdad?, seguro te termino usando como un tipo de juguete de desahogo sexual o peor

De repente sentí un nudo en la garganta por lo que acababa de decir, giré a verlo pero este mantuvo la vista firme en el camino.

- Leones son leones, no importa de dónde sean o su edad, se creen los machos más alfas de todas las especies, siempre buscando dominar a otros por cualquier medio, tiernos al inicio y con el tiempo -me miró un momento- seguro ya sabes, me topé con algunos de esos, hay que saber llevarlos para que no te hieran, al final son bastante simples, piensan con la cabeza de abajo solamente

Recetario JabalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora