JUEGO

161 24 0
                                    

Algunos recuerdos pasaron de forma fugas por mi mente, recuerdo de hace unos años cuando me fui de casa, recuerdos de como mi abuela me recibió en la suya, recuerdos de cuando empecé a trabajar y estudiar. Estos fueron seguidos por algunos más recientes como el tiempo casi obligado que había pasado con el lobo, el encuentro con mi madre y la discusión con mi hermano, todo en un segundo como si fuese un sueño.

Intente abrir los ojos pero me pesaban mucho, intente moverme pero mi cuerpo parecía estar muy cansando para hacerlo, intente recordar exactamente donde estaba acostado y mi memoria fallo, no recordaba nada después de que terminara la reunión de Darío.

- ¿Pero qué mierda? -pensé-

Podía sentir una suave corriente fría en mis pies, intenté moverlos buscando cobijarlos de algún modo pero sin mucho éxito, en eso pude sentir algo cálido colocarse contra ellos dándoles calor, otro par de pies. Estaba con alguien indudablemente, no sé cómo no pude sentir el brazo que me abrazaba contra su cuerpo, tampoco me había percatado de la calidez que irradiaba su cuerpo contra el mío.

Sentí mi cuerpo ser abrazado un poco más fuerte pegándome más a su cuerpo, casi instintivamente moví mi cabeza buscando calor en la zona peluda en la que se encontraba mi rostro, estaba frotando mi rostro en un pecho. Esto último me extraño y mucho, usualmente siempre que estoy con alguien siempre soy yo quien abraza y resguarda al otro en mi pecho pero esta vez es al revés, esta vez era yo quien estaba acurrucado en el pecho de ese alguien, lo curioso del caso es que me gustaba.

No sé cuánto tiempo estuve así, divagando entre el borde de la conciencia y el sueño, quería dejarme llevar hacia el segundo extremo pero el primero exigía que despertara y ver en qué situación me encontraba exactamente. Mi sentido del olfato se reconecto por decirlo de alguna manera y empecé a percibir una serie de olores curiosos, eran varios, eso no era normal.

Olfatee un poco más profundo en aquel pelaje, podía percibir al menos cinco olores diferentes, intente identificarlos más detalladamente hasta formar una lista.

- Zorro caballo gata mapache hembra un cunaguaro -pensé- ¿Dónde eh olido eso antes? -me pregunté-

Seguí olfateando intentando recordar, los olores eran relativamente débiles, de seguir así desaparecerían entonces la verdadera duda vino a mi mente.

- ¿Cuál es tu olor? –resoplé suavemente-

Había algo extraño entre esos olores, un sexto olor, casi oculto o más bien oprimido, como queriendo salir más no podía por culpa de los otros, intente captarlo con mi olfato pero apenas podía percibir su mera existencia. Fue entonces que recordé de golpe donde antes había olido esa serie de olores.

- ¡Oh no no no!

Mis manos automáticamente se pusieron entre ese individúo y yo separándonos violentamente pero una sábana que tenía sobre mi dificultaba la tarea, desesperado por alejarme hice lo único que se me ocurrió, rodar hasta caer por un borde.

- ¡Mierda mierda mierda!

Escuché un agudo chillido de susto provenir del otro individuo mientras que yo rodaba atrayendo la sabana y enrolándola en mí hasta que por fin caí por el borde de la cama dándome un fuerte golpe contra el suelo. Rápidamente intente zafarme de las sabanas y me levante tambaleándome, lleve mi mano a mi cabeza intentando mantener el equilibrio, tenía síntomas de resaca y despertar de esa forma no ayudaba de alguna forma pero al levantar la vista a la cama pude confirmar lo que temía.

- ¡Tú! -exclamé señalándolo- ¡Estúpido lobo! ¿¡Qué mierda me hiciste anoche!?

Renzo estaba en otro borde de la cama totalmente desnudo a punto de caerse, apenas pudo estabilizarse lo suficiente para volver a la cama y mirarme entre una cara de susto y sueño, se notaba que la resaca también lo acompañaba.

Recetario JabalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora