REPUGNANTE

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Desperté tranquilamente en mi pequeña cama individual, me levante sentándome en ella mientras daba un ligero bostezo, mire al piso pensativo mientras jugaba con los dedos de mis pies.

- Domingo -volví a bostezar- aquí vamos otra vez

Mire mi celular confirmando que eran apenas las seis con treinta minutos de la mañana, me levante y estire un poco mi cuerpo sacudiéndome la flojera matutina. Di un rápido vistazo a mi pequeña y humilde habitación, miré por unos instantes el ventilador de pared que me hacía compañía en las noches.

- Cuando regrese le hare mantenimiento, ya le toca

Di unos pasos hasta llegar a una pequeña mesa con un computador, toqué el botón de encendido y me dirigí al pequeño baño en una esquina de mi cuarto. Me retiré mi bóxer quedando desnudo y los metí a un cesto de ropa sucia, entre al baño e hice mis necesidades matutinas para acto seguido darme una rápida ducha.

- ¡Mierda mierda mierda! -me retorcí en la ducha- ¡Fría fría fría!

Lo único que se me ocurrió en ese momento fue pedir otro préstamo a la tarjeta de crédito para comprar un calentador de agua para la casa, el agua fría me estaba matando el alma lentamente por muy sana que fuera para el cuerpo. Salí de la ducha y seque mi pelaje con la ayuda de un pequeño secador, salí al cuarto nuevamente y tome asiento en la silla frente al computador.

No era una computadora muy moderna, no era rápida, tenía sus fallos pero me sentía orgulloso de ella, cuando comencé a trabajar mis primeros ahorros los invertí en comprar piezas de computadoras usadas para armar una, la usaba más que nada para realizar tareas y ver noticias.

Navegue por algunas páginas de noticias a ver qué tal amaneció el mundo y revise algunos foros de cocina que frecuento para aprender cosas nuevas, descargue unas recetas nuevas que recién postearon algunos usuarios y las guarde en un pendrive para imprimirlas más tarde. Volví a mirar la hora en la computadora y me di cuenta que había perdido mucho tiempo.

- Llegare tarde -me levanté-

Tire la toalla quedando en pelotas como bien dice mi abuela, revise un sencillo mueble y saque un uniforme de cocina diferente al del trabajo para meterlo a mi pequeño bolso busqué algo que ponerme y me vestí en menos de un minuto. Salí por la puerta corriendo hasta la sala donde mi abuela me detuvo para que desayunara algo regañándome.

Básicamente no mastique la comida, me la trague de dos bocados por lo demorado que iba, cuando abrí la puerta mi abuela me pego un grito.

- ¡Javier! -gritó- ¿No se te olvida algo?

Gire para ver a la vieja jabalí que en sus manos sostenía un maletín metálico mediano, mi juego de cuchillos.

- ¿Qué haría sin ti abuela? -sonreí-

- Seguro te sorprenderías si vieras lo que ya haces por tu cuenta cariño

Al cabo de una hora había llegado a mi destino, la escuela de cocina Siboulette, una de las más populares de la ciudad por sus buenos profesores y reconocidos estudiantes egresados, todos los que salían con un diploma de allí tenían un trabajo garantizado en casi cualquier cocina. Llevaba ya un poco más de dos años de estudios, me faltaban unos meses más para egresar con mi reconocimiento de chef, las clases afortunadamente eran bastante flexibles permitiéndome trabajar, un domingo si y un domingo no para ser más precisos.

Recuerdo cuando aún trabajaba como mesero en un restaurante de un centro comercial y por algo de suerte me hice amigo del cocinero quien me enseño algunos trucos en la cocina, al poco tiempo me pidió que fuera su ayudante, dijo que tenía el talento y un buen olfato para los ingredientes.

Recetario JabalinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora