• Capítulo 34 •

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Y vivieron felices...


Siete meses después...

–Es un placer hacer negocios con usted, señorita Sam– me levanté con una sonrisa estrechando su mano.

–Igualmente, señor Curtiss.

–Suerte con el bebé.

–Gracias.

Suspire en cuanto salió y caí en mi -no tan cómoda- silla.

–Deberías ir a casa a descansar.

–Alguien tiene que llevar esta empresa, Harry.

–Pero estás embarazada– dijo acercándose con una sonrisa a mi lado. Se veía notablemente cansado, al igual que yo.

–Si, no enferma– guardé unos papeles en un folder, cuando Harry me los arrebató de las manos.

–En serio, levántate iremos a casa.

Rode los ojos y me levanté tomando mi bolso, a veces él podía ser demasiado insistente. Caminamos hasta el elevador y bajamos hacia el estacionamiento. Mi panza había crecido mucho como para poder manejar el auto, así que desde que comencé a tocar el volante con ella Harry era mi chofer personal. Era casi tan sobreprotector como Nathaniel.

–¡Hemos llegado!– grité en cuanto entramos, pero nadie me respondió.

Hasta que ví a Alex llegar corriendo hacia mi para abrazarme. Sabía que tenía que ser cuidadoso así que antes de llegar se detuvo y solo me abrazó con delicadeza.

–¡Hola tía Sam!

–Hola cariño, ¿en dónde están todos?

No me respondió, solo me llevó al patio trasero, en dónde se encontraba la piscina.

–¡Sorpresa!– gritaron todos cuando salí.

El patio estaba decorado de azul y rosa, y muchas, muchas cosas para bebé. Supe entonces que April y Kate se habían salido con la suya de realizar un baby shower.

–¿Que es todo esto?

–¿Recuerdas que te negaste a hacer un baby shower? Pues adivina que, ¡lo hicimos de todas formas!– dijo April pasando uno de sus brazos por mis hombros.

–Me doy cuenta.

–Además, les tenemos otra sorpresa– nos dijo mientras nos acercabamos a Nathaniel.

–Les diremos el sexo del bebé– exclamó Kate emocionada.

–¿E-en serio?– dijo Nathaniel, de repente más nervioso.

–Si, pero será más al rato, vamos disfrutemos esto.

Y si, lo hicimos.

Jugamos todo lo que Kate y April nos dijeron, todos nos estábamos divirtiendo, entre risas parecíamos niños pequeños.

Después de un rato, el timbre de la casa sonó, así que me escape un momento para abrir la puerta.

–Hola, Sam.

–¡Bruce!– le sonreí y lo abracé– ¿cuándo saliste?

–Hace unas semanas, todo gracias a ti. Así que vine hasta aquí a darte las gracias, y también porque recuperé mi trabajo y me transfirieron aquí.

–Me alegra mucho escuchar eso, realmente no tienes que darme las gracias, estamos a mano– le sonreí y lo invité a entrar– April y Kate me hicieron un baby shower así que por que no te quedas un rato.

Mi dulce maldad  |MDV #2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora