• Capítulo 5 •

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"Después de todo, están aquí por algo ¿no?"

-¡Deja de moverte!

-Tara, voy a un juicio no a una fiesta.

-Aún así te tienes que ver bien- dijo para después aplicarme algo de labial.

Eran aproximadamente las doce con treinta de la tarde, ya nos habíamos aseado y desayunado. Ahora estaba aquí, en el baño junto con mis compañeras de celda que estaban dispuestas a convertirme en una súper modelo de pasarela o en su defecto, una chica que iba a ser humillada en público pero con estilo.

-Listo- dijo Tara una vez que terminó de colocarme brillo labial.

Me miré al espejo y quedé impresionada. Mis ojos tenían sombras cafés y rosas, mis labios se veian rojos pero nada extravagante, mis mejillas rosadas y mis pestañas negras, largas y rizadas. En conclusión, me veía bien.

-Eres buena con el maquillaje- le dije.

-Gracias.

Regresamos a nuestra celda después de que Marina arreglara mi cabello. Una vez que llegamos di un gran suspiro antes de sentarme en la cama de Lucy, faltaban solo unos minutos para que pasaran por mi y me llevaran justo a la humillación.

-¿Estás nerviosa?- me preguntó Lucy sentándose a mi lado.

-No diría que nerviosa es la palabra correcta, más bien enojada, ansiosa o preocupada.

-¿Qué es lo que harás? Digo, eres Samantha Owen, y todos saben que no te vas a quedar con los brazos cruzados.

-No lo sé.- contesté- Es la primera vez que no sé qué hacer en una situación parecida a ésta... Más bien, creo que nunca he estado en una situación como ésta.

-Estás asustada- dijo alguien al otro lado de la reja, Míriam.- Y está bien sentirse asustada de vez en cuando, pero todos están esperando algo de la líder, no los decepciones.

Mis compañeras nos miraron a ambas simultáneamente; cuando Lucy dijo que Míriam era alguien solitaria es porque nunca nadie, en el tiempo que llevaba aquí, la habían visto platicar con alguien hasta ahora.

-Ponen tanto peso en mi que me abruman- dije con un suspiro.

Después de todo se me tenía que ocurrir algo para detener este asunto.

-Sam, es hora.

Lilith estaba al otro lado de la reja , me levanté y camine hacia ella, miré a mis compañeras en forma de despedida y caminé. Todas estaban viéndome, me sentía... Extraña.

Al fin veía el cielo fuera de esa prisión de nuevo. Había una camioneta esperándome en donde se encontraba Harold.

-¿Estás lista?

-Siempre lo estoy- le dije, aunque muy en el fondo estaba muriendo de miedo pero sabía disimularlo.

-La prensa estará dentro.

-¡¿Qué?!

-Así lo quiso René.

-Claro que si- dije, algo se me vino a la mente y no pude reprimir mi sonrisa.

-Se te ocurrió algo ¿cierto? No hagas una locura.

-¿Y quien soy yo para juzgar las locuras que se le ocurren a mi mente?- dije haciendo más grande mi sonrisa.

Harold no dijo nada más en todo el camino. Cuando llegamos había muchas personas esperándonos afuera y, según lo había escuchado, René ya había llegado, así que bajamos.

Mi dulce maldad  |MDV #2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora