• Capítulo 33 •

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“... Embarazada”

–¡¿Qué?!– exclamó April.

–Baja la voz, tonta– le dijo Kate.

–Estoy embarazada– repetí.

Hubo un silencio hasta que comenzaron a dar grititos de emoción. Los chicos nos miraron raro, pero no se atrevieron a preguntar por qué gritaban.

–Oh, Sam, creí que esa noticia jamás llegaría– dijo April abrazandome, las demás la siguieron unos segundos después. 

–¿Cómo lo supiste? – preguntó Lucy.

–Gracias a Bruce... Tenía miedo de perderlo pero afortunadamente eso no pasó.

–¡Que alegría! La familia se hará más grande– dijo Kate.

–Tenemos que pensar en como decirles a los chicos, apuesto a que lloran– dijo April.

Después de eso seguimos en nuestra pequeña "fiesta" Hasta que nos fuimos a dormir pensando en que por fin, al día siguiente regresariamos a casa.

•  •  •  •  •  •

–¡Vamos, vamos, vamos! No llegaremos a tiempo– exclamó Kate bajando las escaleras, arrastrando las maletas antes de que Matt se acercara para ayudarla.

Por alguna razón, teníamos una extraña manía de siempre llegar tarde al aeropuerto, y en esta ocasión no era la excepción.

Jacob condujo con rapidez, una ves que llegamos y pasamos a todos los paparazzis, nos encontramos con Anton quien nos esperaba para despedirnos.

–Los voy a extrañar, espero que la próxima vez que me visiten no pasen cosas raras– me abrazó primero y después a mis hermanos.

Me acerqué a Marina, Míriam y Lucy para despedirme de ellas y desearles buena suerte para su nueva vida.

El vuelo estuvo tranquilo, me quedé dormida la mayor parte del tiempo en el hombro de Nathaniel.

Los nervios estaban a flor de piel, porque bueno iba a decirle algo muy importante y de solo pensarlo me daban ganas de vomitar.

Las náuseas mañaneras seguían ahí, pero había sabido esconder muy bien eso, no quería que sospecharan nada, quería que fuese una gran sorpresa.

Kate, April y Tara habían prometido ayudarme con la sorpresa pero aún no se nos ocurría nada.

Cuando llegamos a la mansión, Thom y Alex recibieron a Luke con abrazos y besos y Lim nos recibió a nosotros. Aquella perrita Husky ya no era una cachorrita, había crecido tanto que podía tirarnos si nos abrazaba.

Así que mientras Lim y Nathaniel estaban en el suelo jugando, nosotros entramos.

La mansión en donde todo comenzó, la que siempre fue nuestro hogar junto a Adam. Nathaniel y yo nos habíamos quedado en ella, aunque fuera un lugar tan grande para nosotros dos, pero Lim tenía el suficiente espacio para jugar tranquila y era feliz ahí, nosotros también.

–Las habitaciones de siempre familia– les dije– escojan las que quieran.

Ellos asistieron y subieron mostrándole la casa a Tara. Seguramente no ocuparían la misma cantidad de habitaciones ya que ahora casi todos teníamos pajera y dormíamos en un solo cuarto así que seguiría sobrando espacio.

Mi dulce maldad  |MDV #2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora