• Capítulo 3 •

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"Aquí o agachas la cabeza, o te la cortan"

Salir de aquel lugar fue como pasar por la alfombra roja. Había reporteros, cámaras que lo capturaban todo y micrófonos esperando una palabra de mi parte. Todos estaban atentos al momento, tal vez esperaban que escapara, que comenzara a gritar o algo parecido pero solo caminé con la cabeza en alto pues no tenía nada que esconder.

Al principio fue como una alfombra roja, pero lo cierto era que estaba caminando hacia el matadero.

Cuando atravesamos toda la gente nos esperaba una camioneta negra con los vidrios polarizados, ojos azules abrió la puerta de atrás para que pudiese entrar y así lo hice.

-Entonces ¿dices que todo esto es solo una venganza de René por haberlo metido a la cárcel?- dijo Bruce rompiendo el silencio.

-Básicamente eso es.

-¿Por qué se tomaría el tiempo para hacer todo esto? ¿por qué no solo dejarlo pasar y ya?- en cuanto dijo eso lo miré a los ojos.

-¿Nunca has odiado tanto a una persona, Bruce? ese odio te consume por completo. El deseo de venganza es algo natural en las personas, si alguien te ha hecho daño naturalmente piensas en devolverselo... yo lo hice hace algunos años.

-Lo recuerdo, no dejaron de hablar de ustedes en varias semanas.

-No juzgo a René por querer vengarse, pero hay una ligera diferencia entre él y yo.

-¿Y cuál es?

-Yo no tenía la culpa, él si.

No hablamos en lo que restaba del camino. En cuanto llegamos, ojos azules me sacó de la camioneta y entramos.

-A partir de aquí vas tu sola- me dijo- nos vemos en el juicio.

Al entrar una oficial me llevó a un cuarto con otras tres mujeres.

-Me presento señoritas, soy la comandante Río. A partir de ahora son mi responsabilidad, espero entiendan por que están aquí y se mantengan al margen de la situación. Ahora por favor, ropa fuera.

Comenzamos a quitarnos la ropa hasta quedar en interiores. Río nos observo a cada una de nosotras, era una mujer algo mayor, su cabello era castaño, ojos café, estatura media y complexión delgada.

Río tomó nuestra ropa y la llevó a un contenedor, después nos entregó nuestros nuevos uniformes, un pantalón gris azulado, blusa blanca y un tipo de chamarra del mismo color que el pantalón.

-Aquí se les proporcionará todo respecto a los artículos de limpieza personal. Si necesitan algo solo hablen conmigo. Cuando crucen esas puertas serán carnadas frescas, no caigan en provocaciones o sino habrá consecuencias.

Una vez estuvimos listas, nos llevaron por otra puerta. Al entrar al lugar de las celdas lo primero que noté es que había cinco niveles, era un lugar amplio y triste, las paredes estaban algo desgastadas y eran de color gris, las reclusas comenzaron a gritarles a las chicas que iban frente a mi, pero cuando me vieron lo único que hubo fue silencio.

Sentía las miradas de todas y también lograba escuchar algunos murmullos, no me sorprendía de que supieran quien soy, tampoco me importaba mucho lo que decían de mi pero me sentí incómoda por ese silencio.

Poco a poco las demás chicas fueron asignadas a sus celdas, y al fin llegue a la mía que se encontraba en el nivel cuatro. Desde esta altura se podía observar todo muy bien, desde los lugares donde estaban ubicados los y las guardias, hasta las celdas de las demás.

-Samantha Owen, tu celda será la cuatro once.

Abrió la reja, las celdas eran grandes, había una capacidad maxima de cuatro personas, yo era la cuarta ahí.

Mi dulce maldad  |MDV #2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora