10|𝙼𝚒𝚜𝚒𝚘́𝚗 𝙽°9

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10|Misión número nueve:Vayamos de campamento

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10|Misión número nueve:
Vayamos de campamento.

Decir que odiaba estar ahí, era poco, nunca fui muy fanático de la naturaleza, si, podía que tuviera una casa del árbol en un claro, pero, estaba amueblada, y tenía cosas para distraerme, más una pequeña planta de electricidad que estaba en el inicio del tronco.

Así que esto, era un asco, un total asco. Merida estaba con una cara de pocos amigos viendo el acantilado a metros de donde nos encontrábamos. Si, porque a Marcus le gustaba este lugar, y como a él le gustaba, no habría nada ni nadie en la tierra que lo pueda sacar de acá.

Laila se encontraba viendo el musgo que crecía detrás de un árbol, tenía una pinza en mano, y un pote, o lo que sea, que sea lo que tiene en las manos, pero se que con eso de toma unas muestras.

Y pues al igual que Merida, yo tenía una cara de pocos amigos que no me la quitaba nadie, bueno, nadie que sea de carne y hueso, ya que estaba a punto de sonreír al ver a Adele jugando con las aves en las ramas de los árboles. Cómo la vez pasada estás no la veían, pero ahí estaba ella riendo, hablándoles, y jugando con sus plumas.

Era una niña jugando con su mascota, y yo, bueno, un idiota que no podía apartar la mirada de dónde estaba. De vez en cuando Marcus soltaba un pequeño insulto porque se lastimaba la mano tratando de poner la carpa, y Merida lo insultaba de regreso, diciéndole que era un inútil.

Creo que este día será muy largo...

🎮×👓×🎮

—¡Ethan! ¡Ethan! —grita Adele de repente y la volteo a ver confundido.

—Dime —le respondo caminando hacia ella.

—¿Merida se cayó? ¿Tiene una herida? —pregunta con preocupación mirando hacia la pelinegra, sentada a unos metros de nosotros.

—No lo sé ¿Por qué lo dices?

—Tiene el pantalón manchado de un color rojo, y es rojo sangre ¿Estará herida? —muerde su labio y veo como sus ojos se agrandan con la idea de que le haya pasado algo mal a Merida.

—¿Rojo? —pregunto, y ella asiente. Frunzo el ceño y camino hacia Merida, si estuviera herida ya hubiera dicho algo, y conociendo como es, estaría llorando tirada en el suelo.

Me acerco a Laila, ya que es la más cercana y le comento lo que Adele me había dicho, y su respuesta es una pequeña risa. No entiendo nada pero me relajo un poco al saber que pueda que no sea algo tan grave.

—¡Oye, Mer! —grita Laila llamando la atención de la pelinegra—, se que tienes rasgos asiáticos, pero ¿No crees que es muy grande ya tener la bandera de Japón puesta? —dice riendo, y la miro confundido.

Aventure AdeleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora