¿Conoces el juego de Aventure Adele? ¿No?
Pues te lo presento.
Es un juego de realidad virtual, en el cual haces misiones para ir ganando puntos, como todo juego ¿No? Pues este juego tiene otro propósito, y otra forma de jugar. Tendrás lentes espe...
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7| Misión número seis:
Vayamos de fiesta
Adele había vuelto, y con ella sus locas misiones. Nos encontrábamos aún viendo el techo cuando de sus labios salió.
—Vayamos de fiesta.
La voltee a ver y ella sonrió emocionada, su rostro estaba iluminado por las estrellas del techo, y se veía hermosa. Entre cerré los ojos y sonreí con ella.
—¿Nueva misión? —le pregunto desconfiado.
—¡Obviamente! Llevas muy pocos puntos, señorito —me regaña codeándome, y me río.
—Vale, yo les aviso a los chicos —le digo y voy por mi teléfono que está en la mesa de noche.
Les envío unos mensajes rápidos y acordamos en vernos dentro de media hora. Vuelvo con ella con el ceño fruncido.
—¿Sabes quién se comió mis dulces de miel? —la miro con una mueca en los labios.
—No tengo la más mínima idea —dice ella risueña.
—Lo sabes ¿No es así?
—Tal vez... Pero aunque si lo supiera no te diría nada —sonríe divertida y se levanta de la cama para ir a mi armario—, no entres.
Evito decirle que ella se puede cambiar en un chasquido de dedos, pero decido simplemente callar y cambiarme con la poca ropa que tengo a la mano en la habitación. Cuando ella sale me estaba sentado en una silla mientras me calzaba unas vans, y quede anonadado al verla.
Estaba usando un vestido corto color negro de lentejuelas, unas pantimedias negras, con unos tacones negros de infarto, estaba peinada en una sencilla cola de caballo, su cabello platinado llegaba hasta su no tan pronunciada cintura, y su delicado rostro estaba casi al natural por no ser solo por el lápiz labial color carmín que se había puesto.
—¿Me veo mal? Debes decirme, para cambiarme —dice con una mueca y se baja un poco el vestido.
—Te ves... Perfecta —le digo y me levanto de la silla donde me encontraba.
—¿Seguro? Me estás viendo de una manera muy rara... Siento que no estoy bien vestida —mira el suelo insegura y sonrió.
—Oye... —le digo y tomo su barbilla con mi dedos, haciendo que me mire—, estás perfecta, en serio. La verdad estás muy hermosa —le guiño el ojo y ella sonríe tímida.