11 La Prisionera

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Los siguientes días han sido virtualmente tranquilos para los Phoerivors, aunque el desbalance natural continúa, no han recibido ni una noticia de los Kharadros, ni de Enyon. Las investigaciones que han hecho los Phoerivors en los últimos años aun no da frutos, pero el hecho de que Raine se haya unido a sus filas les da esperanzas.

Un día, Raine y Byron se toman un descanso y se dirigen a Aerescia a tomar un refrigerio, el ambiente entre los Phoerivors ha estado muy tenso y es mejor tomarse un día libre para despejar la mente y qué mejor que un delicioso helado triple para levantar los ánimos. Ambos salen de la heladería disfrutando de sus golosinas, Byron tiene un triple cono con sabores de casquete polar, espíritus traviesos y nebulosa, mientras que Raine prueba sabores nuevos, sombras tenebrosas, polkadot y final del arcoíris, éste último tiene una peculiaridad, si tienes suerte encontrarás una moneda de oro y la puedes intercambiar por otro helado que quieras. Ambos se sientan en la enorme plaza para disfrutar de sus helados y de la vista, las fuentes de aguas colgantes, los hermosos árboles floreados relajan sus espíritus y las golosinas mejoran el ánimo.

Una potente y familiar voz se hace escuchar entre la multitud, Byron y Raine ven al enorme tiburón Mako acercarse a ellos con mucha emoción.

"¡Byron, Raine!  Hacía mucho tiempo que no los veía" Dice Mako mientras abraza a ambos con extrema fuerza.

"Hola grandulón."   Dice Byron con esfuerzo mientras trata de zafarse del poderoso abrazo, Raine apenas puede respirar, luego Mako los deja libres.

"Me alegra mucho que estés bien damita. Te traje un regalito."   Dice Mako mientras le da un paquete a Raine.

Raine le da su helado a Byron y toma el obsequio, es un objeto rectangular envuelto en un hermoso papel azul metalizado y un extraño lazo multicolor con forma de coral lo mantiene sellado.  Raine desenvuelve el paquete con ansias bajo la mirada nerviosa de Mako, deja el envoltorio a un lado y examina el regalo, al parecer es un libro con una carátula violeta y tiene un broche para mantenerlo cerrado.  Raine abre el libro y se da cuenta que está en blanco, Mako decide intervenir al ver la confusión en el rostro de su amiga.

"Es un diario mágico.  Cuando escribes tus memorias, las convierte en figuras tridimensionales de papel y puedes colorearlos también. Escuché de alguien que te gusta mucho escribir y dibujar"   Dice Mako y le guiña el ojo a Byron de manera cómplice, Byron le retorna el gesto con una pequeña sonrisa.

"Mako... ¡Es genial!"   Raine se lanza a Mako para darle un gran abrazo y él se lo devuelve con una colmilluda sonrisa.

"Es todo un placer damita.  Espero que lo disfrutes mucho."

Raine comienza a examinar mejor el diario, se da cuenta que al final hay una pluma azul iridiscente, a veces es aguamarina y a veces es violeta.  Raine la toma y comienza a escribir en la primera página, se da cuenta que ésta escribe a pesar de no tener tinta, ella roza la pluma en la hoja y las escrituras aparecen con una tinta violeta luminosa que luego se enfrían tornándose de un tono más oscuro.  Raine escribe sobre la visita a la heladería con Byron y luego su encuentro con Mako, al terminar las páginas se dividen y comienzan a formar figuras parecidas a origamis, algunas figuras se colorean solas y otras permanecen en blanco, cuando el diario termina, los tres ven una hermosa historia contada en tres dimensiones, dos figuritas que se asemejan a Raine y a Byron salen de la heladería y se van a la plaza, luego aparece Mako y le obsequia el diario a Raine, parece una obra de teatro en miniatura hecho de papel.  Raine cierra el diario y lo guarda en su bóveda mágica.

"Créeme Mako, voy a disfrutarlo mucho.  Ya tengo pensado unas cuantas cosas por hacer con el." Dice Raine entre risas.

Pero la alegría no dura mucho, tanto Byron como Raine sienten que algo anda mal y antes que un confundido Mako pudiera preguntar qué es lo que ocurre, aparece Idefis, él les dice que deben acompañarlo a la ciudad Cyonoxis de inmediato, Byron les da los helados a Mako y los tres Phoerivors desaparecen dejando al pobre tiburón solo y confundido, pero luego compensa su soledad comiéndose los deliciosos helados de un solo bocado, después de saborearlos, sus puntiagudos dientes mastican algo muy duro, cuando lo saca de su boca la felicidad vuelve al enorme escualo al ver una moneda de oro que estaba en el helado de arcoíris, entonces va inmediatamente a la heladería para reclamar su premio.

Drakalvania: La Larva de BielarqDonde viven las historias. Descúbrelo ahora