60. Y entonces, yo-

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Gabriel intenta escribir la carta. Su mamá merodea cerca, con su energía nerviosa usual, y a veces mira por encima de su hombro lo que lleva: nada. Se ha distraído dibujando círculos y árboles en los costados de la hoja, por lo que es muy probable que deba pasar en blanco lo que sea que escriba.

Siente que ha estado pensando durante mucho tiempo. Ana vino ayer y su cabeza ha estado llena de algodón desde ese momento, sin decidirse a detenerse en ningún pensamiento específico. Es molesto, mas no extraño. Su mamá le deja una taza de té preparada y le dice que tratará de volver temprano, si es que le dan permiso, y lo abraza antes de irse, sin dejarlo ponerse de pie para devolver el gesto.

—¡No te calientes mucho la cabeza con eso! —dice a modo de despedida. La puerta se cierra. Las cortinas están amarradas y todo se llena de luz. Su mamá dejó la ventana abierta, así que una suave brisa fría se cola y deja el aire fresco y fácil de respirar.

Y él aún no sabe qué escribir. Desatento, bebe su pastilla de la tarde con un vaso de agua y regresa a su asiento, a mirar el papel como tuviera una venganza privada en su contra. Debió haberle pedido consejo a Ana ayer, pero tiene la impresión de que su respuesta habría sido similar a la que le dio su madre, tal vez más vilipendiosa. Puede imaginar a Ana esbozando una mueca un poquito asqueada, supremamente desdeñosa, y mascullando ¿por qué le debes escribir cosas a ese?

Enfócate, se dice. Le podría hablar de cómo está equivocado y sí hay gente loca en su familia aparte de él. ¿No sabía o le estaba mintiendo? Al intentarlo, Gabriel se da cuenta de que ya no le importa. Otra cosa, entonces. El problema, supone, es que hay mucho que podría decir, todo más o menos al mismo nivel de importancia, pero se siente enfermo dedicarle un exceso de palabrería. Necesita ser breve. Conciso. Es su especialidad. No tiene por qué ser tan complicado ahora.

No es como que pudiera tan campante ir y pedirle consejo a Ana. Sería desconsiderado. Pensar en ella lo pone nervioso, suficiente para empezar a hacer rayas sin dirección en la hoja. Es—tonto, concluye. Ya sabía todo lo dicho, pero es muy distinto oírlo. No es como que algo sea muy diferente, ahora, y hasta Ana insistió con eso. Pero Gabriel lo percibe, algo que quizás es más diferente dentro de él que en el aire que está respirando.

Su papá estaría muy orgulloso. Gabriel frunce el ceño. Es una manera tan fea de verlo y odia eso, también, que todo siempre deba pasar por él antes de que su cerebro lo devane, lo triture. Solo tiene que ver consigo mismo. ¿Qué tiene que hacer ahora? Escribirá esta carta y le dirá a su madre su resolución. Resolverá todos sus cabos sueltos.

El Gabriel que reside en el centro de todos sus terrores nocturnos ni siquiera trataría de cumplir esta tarea. Estaría inventando excusas, miles, cual más convincente que la otra, hasta poder aplastar todo y sentirse absuelto de una manera muy frágil. Pero Gabriel ya decidió no ser así. Si Ana puede decirle en su cara todas esas cosas que deben, conociéndola, asquearla un poco y avergonzarla aún más, él puede cumplir sus promesas autoimpuestas.

No ahora, decide después de cinco minutos más de rellenar la hoja con dibujos feos, círculos chuecos y nombres que no está seguro de por qué escribió, pero que tacha encima como si así pudiera hacer como que jamás hizo eso. Tendría que escupir odio en esta hoja, pero su cabeza está vacía.

Si se abstrae demasiado, acaba pensando en Ana y en el ayer. El tema sigue siendo complicado. Habló demasiado ayer, si bien no dijo nada que fuera mentira. Hay algo allí, lo sabe, pero de la misma manera está muy consciente de que los niveles en los que él ve el mundo no pueden compararse con la percepción tradicional de las cosas. Ojalá Ana no quiera que se besen. La idea se ve aterradora, todavía más que hablar del tema de manera más directa, mirándose a los ojos, y tratar de desenredar la bola de hilos en las que ha convertido sus sentimientos.

Cómo (no) morir después de quemar un bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora