Capítulo 1

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                                                                             Diez años antes

13 de noviembre, Barcelona.

Eran las diez de la mañana de un 13 de noviembre cuando el sol entraba por la ventana de Valeria. Apenas había podido conciliar el sueño tras la discusión con su novio Miguel. Miró la pantalla de su teléfono para ver la hora, pero se quedó observando el fondo de su pantalla sin prestar mucha atención al motivo por el que había encendido el teléfono. En aquella foto reflejada por la pantalla, se podía ver a un chico alto con el pelo castaño claro y ojos verdes, con la mirada distraída en los ojos de Valeria y una sonrisa radiante, mientras ella abrazaba su cuerpo con fuerza, mirándolo como si el mundo se hubiese quedado parado en ese instante y no hubiese nadie más en el mundo excepto ellos dos.

Los principios siempre son bonitos Dijo en voz alta a la vez que intentaba coger las sábanas de su cama y taparse hasta la altura de la cabeza.

Valeria estaba dolida y no tenía ganas de salir de la cama. Cada vez que pasaba tiempo con su familia, Miguel le echaba en cara que nunca tenía tiempo para él. Cierto es que ha estado muy ocupada con los exámenes, ha estado estudiando mucho este último mes y descuidado un poco su relación, pero no justificaba que cada vez que discutían, él le enviase notas de audio gritando y despreciándola como persona. Sentía que su relación era un pozo sin fondo y que tarde o temprano acabaría uno de los dos con el corazón roto; o los dos. Claudia se sentó en el borde de la cama, le acarició el pelo suavemente y le apartó un mechón por detrás de la oreja.

Hija, ¿te encuentras bien? Sé que has discutido con Miguel, cada vez que discutís acabas encerrada en tu cuarto sin querer salir de la cama. No puedes seguir así, vas a acabar enfermando. Como mínimo, debes levantarte para comer, y no es una sugerencia, si no una obligación.

Lo sé, mamá. Quiero a Miguel, y sé que él también me quiere aunque se comporte como un imbécil, pero esto no puede seguir así. He intentado evitar esto de mil formas posibles, pero al final siempre acabamos igual, no puedo seguir con esto.

Os estáis haciendo daño. Si seguís así será todavía peor. Sé que le quieres mucho, pero aferrarte a un clavo ardiendo solo causará quemaduras y, como consecuencia, más dolor. Si hablar no soluciona las cosas, lo mejor es poner punto y final, por mucho que duela.

Sí, lo sé... hablaré con él mamá. Buscaré la manera de decirle las cosas, pero no garantizo nada. No se puede hablar con él sin que me grite.

Valeria se levantó sin estar muy segura de lo que iba a hacer. Para ella, Miguel ha sido su primer amor y jamás pensó que acabaría con el corazón en mi pedazos y mucho menos que fuese ella quién tomase la decisión de poner punto final. Se puso unos vaqueros largos, un jersey de lana de color marrón clarito y unos botines negros, cogió su portátil y lo metió dentro de su bolso negro. Tras 10 paradas de bus, llegó a la universidad donde estudiaba. Miguel alquiló una habitación en el campus cuando entró en la universidad y lo compartía junto a un par de chicos universitarios, así que le cogía de paso reunirse con él. Caminó por los largos pasillos del campus y, cuando llegó a la habitación 203, picó a la puerta y esperó a que Miguel o alguno de sus compañeros abrieran la puerta.

Val, ¿qué haces aquí? pensaba que tenías examen. Dijo Miguel invitándola a pasar.

Tengo examen de Química en una hora, no tardaré mucho en irme, seré breve.

¿Todo bien?. Pareces nerviosa. ¿Te ha pasado algo? ¿Es por lo de anoche? Ya sabes como me pongo cuando estoy nervioso, lo siento mucho por gritarte y enviarte aquellas horribles notas de voz. Prometo que cambiaré, estoy en ello.

No me prometas nada, Miguel.Dijo Valeria interrumpiendolo. Estoy harta de esperar a que cumplas tus promesas. De que me llenes la cabeza de mentiras y sigas siendo la misma persona horrible que me grita una y otra vez. ¿No te cansas de tratarme mal, de gritarme y que te dé igual el momento, el lugar y que la gente mire como te comportas conmigo?. Estoy cansada de esperarte, de esperar a la persona de la que me enamoré y estar con la persona que poco a poco me ha ido desenamorando. Ya no puedo esperar más, lo siento mucho, pero hemos terminado.

No permitió que Miguel volviese a gritarle así que cogió la puerta y se fue dejándole con la palabra en la boca. "Bien hecho, Val". -se dijo a sí misma. Cuando acabó su examen, cogió el teléfono para llamar a su madre. Para ser honesta, estaba tan cansada que no tenía ganas de esperar al bus. Marcó su número y esperó a que diese tono. Durante el trayecto a casa, las dos conversaron sobre lo sucedido con Miguel y la forma en la que se fue de su habitación sin siquiera permitir que le gritase una vez más.

No cambies de emisora, mamá.Valeria escuchó atentamente la voz que salía a través de la radio del coche.

*Sigue vigente el pronóstico de tormentas eléctricas en toda la provincia. Los vientos soplarán leves del sector este y cambiará su rumbo desde el sector sur a partir de la noche. Se prevé que las tormentas desaparecerán en torno a unos 3 días. Hasta entonces, eviten salir a menos que sea necesario y compren lo indispensable para pasar los días. Os mantendremos informados en...*

No puede ser. Quería pasar el fin de semana de compras contigo por tu cumpleaños.

Hija, no pasa nada. Tendremos tiempo la semana que viene. Enciende la radio otra vez y pon algo de música para alegrarnos un poco. Nos pasaremos las tardes comiendo chocolate caliente y viendo Netflix. ¿Te parece buena idea?.

Pero entonces, ¿no irás a trabajar?. Es peligroso que salgas, ya has escuchado que...

Valeria, no puedo faltar al trabajo. Pasaremos el día en familia, es el mejor cumpleaños que podría tener. Pero ya sabes que debo ir al trabajo, somos pocos en el turno de noche y no puedo faltar. Iremos de compras la semana que viene, te lo prometo.

Bajo el agua heladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora