Introducción

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10 de noviembre del 2020

Despierto en el suelo de la parte trasera de una furgoneta desconocida tras moverme de un lado a otro en el interior de ella. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que estoy descalzo y sin camiseta, y tan solo llevo puesto un pantalón deportivo gris cubierto de sangre. Intento recordar por qué estoy aquí, así como el motivo por el que estoy cubierto de sangre, pero mi mente se posiciona en unas ideas horribles e intento hacer memoria ante la posibilidad de haber herido a alguien. La furgoneta se para en seco, me levanto y me acerco a uno de los laterales para ver si consigo escuchar alguna conversación que me sea útil, pero ni siquiera logro distinguir las voces, lo único que percibo es un murmullo indescifrable en el exterior, junto al golpe de las puertas delanteras de la furgoneta.

Doy pasos hacia atrás alejándome de la salida sin tener idea de quién habrá tras la puerta cuando se abra, pero eso no ocurre. Pasadas las horas empiezo a gritar y golpear el interior del vehículo desesperadamente hasta darme cuenta de que nadie vendrá a por mi. Golpeo la puerta con fuerza con ayuda de mis piernas y, tras de varios intentos, logro abrirla para salir de aquí. No tengo reloj, ni tampoco teléfono. Me lo han quitado todo. La luna reflejada en el cielo aparece entre los árboles, y la oscuridad del exterior me indica que es tarde. Fuera hace mucho frío y no tengo ni la menor idea de dónde puedo ir pero, si no quiero morir esta noche, debo empezar a caminar hasta encontrar un lugar donde refugiarme.

Comienza a llover y el frío cala todas las extremidades de mi cuerpo hasta llegar a los huesos. Empiezo a perder fuerza en mis piernas, pues llevo muchas horas dando vueltas y lo único que logro ver son árboles y un camino de tierra que hay bajo mis pies desnudos, que al parecer no lleva a ninguna parte. El camino es inclinado, no hago nada más que seguir dando pasos cada vez más cortos, cansado de caminar y sin lograr llegar a alguna parte. Tras tanto agotamiento me doy por vencido y decido sentarme en el suelo apoyando la espalda en uno de los muchos árboles que hay. Cierro los ojos y me pongo a pensar en cómo he acabado aquí. Solo, lloviendo, semidesnudo, cubierto de sangre y dentro de una furgoneta parada en medio de la nada, alrededor de un montón de árboles y un camino de tierra que no tiene fin. No sé si alguien me encontrará, no estoy seguro de que alguien me esté buscando y, de ser así, estoy seguro de que será tarde, la noche cada vez es más helada y la lluvia no cesa. Mis labios están empezando a coger un color morado, mi cuerpo tiembla sin cesar y mi estómago cada vez hace más ruido ante la falta de alimento. Es cuestión de tiempo que muera aquí de una hipotermia, así que me tumbo en el suelo encogiendo todo mi cuerpo y abrazándome para recoger un poco de calor hasta por fin conseguir quedarme dormido.

Bajo el agua heladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora