Capítulo 17

246 16 4
                                    

-Entonces, el trabajo será con sus compañeros de banco-dijo la profesora.

Se trataba de un práctico de Geografía, así que luego de que la maestra repartiera las fotocopias, me adueñé de la nuestra, suponiendo que trabajaría sola.

-Oye, ¿no piensas incluirme en el trabajo?-me preguntó Francisco.

Lo miré sorprendida.

-Pensé que no querías trabajar conmigo-le respondí.

El rió levemente.

-Que yo me junte con ellos-señaló a los que me molestaban siempre-no quiere decir que sea como ellos. Anda, empecemos a hacer la tarea.

Sonreí y comenzamos a leer juntos. Trabajamos hasta que sonó el timbre.

-Me gustaría conocerte más, ¿vas a quedarte todo el receso aquí?-dijo.

-Eso es lo que hago siempre.

-Deberías salir...pero por hoy te acompañaré. A ver, primero cuéntame, ¿por qué no te integras?

-Pues...la verdad es que no me integran, supongo que por el hecho de ser muy tímida.

-¿Y por qué eres tímida?

-No lo sé...siempre he sido así de reservada con todos.

-Respóndeme con sinceridad, ¿tienes algún amigo?

-Tengo uno, pero no viene al colegio.

-Ah, pero tienes uno. No estás tan mal.

Me encogí de hombros.

-Pues...Paula, si tu hablaras más, nadie te molestaría. Eres linda.

Me sonrojé.

-¿Tu crees?

-No lo creo, lo veo.

-Gracias.

-Deberías soltarte un poco, ¿sabes?

-Me cuesta.

-Lo sé, solo inténtalo.

-Sí, puede ser...

-Además de linda, con lo poco que hemos hablado ya me caíste bien.

-¿Si?

-De verdad. Pásame tu número, ya verás cómo nadie más va a molestarte con mis consejos.

Me reí y luego él me tendió su celular para que me agendara.

-Te hablaré, ahora voy a comprar algo. Vengo al rato.

-Está bien.

Pasamos toda la mañana juntos, hasta la salida, momento en que nos despedimos. Salí a toda prisa para llegar a mi parada donde estaba el bús. Me subí y estaba tan lleno que no había asientos y tuve que viajar parada. Cuando por fin llegué, me bajé en la calle de mi casa, que estaba algo solitaria ese día. Mientras caminaba, oí pasos detrás mío, así que volteé, pero no vi nada. De repente me tomaron del brazo.

-Paula, otra vez te encuentro.

Me di vuelta y Mateo me estaba sosteniendo.

-¿Por qué me persigues? Suéltame-dije con miedo en mi voz.

-No voy a soltarte. Vendrás conmigo.

-¡No!-grité.

De repente, sacó un pañuelo de su bolsillo y lo acercó a mí, probablemente tenía cloroformo, pero antes de que llegara a mis sentidos, le di una fuerte patada instintiva y comencé a correr hacia mi casa.

-Vas a pagármelas, perra-dijo Mateo mientras se agarraba la zona donde lo había pateado.

Llorando, no quise ir a mi casa para no decirle nada a mi madre, así que decidí ir a lo de Santiago.

No hables con extrañosOnde histórias criam vida. Descubra agora